domingo, 9 de enero de 2011

El bautismo de los niños: una cuestión de hace siglos


Preparando la homilía para mañana, domingo, día de la fiesta del Bautismo del Señor, he leído este texto interesantísimo de Tertuliano (que vivió entre el siglo II y III) que ya ponía a caldo ciertos bautismo de niños que se hacían a la ligera. El texto es de una modernidad apabullante y parece escrito para nuestra época:
«Toda petición del bautismo puede engañar o ser ella misma engañosa: por tanto, la dilación será más prove­chosa según la condición y la disposición de cada persona, incluso según la edad; sobre todo, al menos, cuando se trata de niños. Si no es absolutamente necesario, ¿qué necesidad hay de meter en un riesgo incluso a los padrinos, puesto que ellos mismos pueden abandonar por la muerte sus pro­mesas y ser engañados por el desarrollo de una índole mala en el niño?
Ciertamente el Señor ha dicho: No les impidáis venir a mí. Vengan, pues, cuando crezcan, cuando aprendan, cuando sean informados sobre a qué vienen; ¡conviértanse en cristianos cuando hayan podido conocer a Cristo!¿Se actuará más cautamente en los asuntos seculares, para que se confíen los bienes divinos a quien no se le confían los bienes terrenos? Aprendan a pedir la salvación, ¡para que se vea que tú se la has dado a los que la piden! »

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