martes, 27 de septiembre de 2011

¿Qué esperáis para verla?



Razones por las que he visto (ya) tres veces “El árbol de la vida” de Terrence Malick:

Porque es una película de imágenes y música bellísimas, de actores (adultos y niños) soberbios.
Porque es una adaptación a la moderna del Libro de Job. (Me ha obligado a releerlo)
Porque además de contar mi historia personal, me la cuenta dentro de la historia del Universo en la que estoy inmerso.
Porque es un película no de imágenes ni de narración convencional, sino de sentimientos, fe y experiencias religiosas que yo mismo he vivido y sentido.
Porque es una película orante.

¿Qué esperáis para ir a verla? Recomendada para ateos, agnósticos, escépticos sin prejuicios; para todos los que son capaces de captar la Belleza (con mayúsculas), venga de donde venga.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Gestos como éstos faltan en la Iglesia


Recibo carta del arzobispado, que ha enviado a todos los arciprestes, para que pasemos la consulta al resto de  los sacerdotes del arciprestazgo con la finalidad de elegir al sacerdote que pueda ser el sustituto de D. Miguel Palacios, un hombre fiel, cuya muerte ocurrida no hace dos meses, ha dejado vacante el cargo de ocuparse de toda la Pastoral dedicada a las Misiones. D. Miguel fue un hombre bueno, casi anónimo, a quien conocíamos y veíamos una o dos veces al año cuando llevábamos el montante pecuniario de las colectas de misiones que hacemos en las parroquias: la del DOMUND, especialmente.

Ahora ha fallecido. Y don Carlos, muy acertadamente, quiere que el cargo sea ocupado por una persona que viva profundamente la experiencia de las misiones y que además sea un sacerdote “consensuado” por todos. Aunque el cargo es más bien de servicio que de autoridad en la Iglesia de Valencia, tiene su significación.

Manifiesto en primer lugar mi satisfacción, alegría y deseo de felicitación a mi arzobispo Don Carlos, por el gesto de consultar a los sacerdotes: ya ha tenido otros parecidos, y me parece muy bien y quisiera a que se repitiera con más frecuencia; le honra y nos honra, que la Iglesia abandone mecanismos de autarquía de otros tiempo a la hora del gobierno de la Diócesis.

Ahora mismo, por correo electrónico, pediré a los compañeros de mi arciprestazgo que me den nombres para ocupar el cargo de Delegado de Misiones en la archidiócesis de Valencia.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Bienvenido, otoño


Atardecer otoñal desde el monte Tabor
Hoy entra el otoño y me alegra mucho.  Si fuera posible yo le acompañaría para darle “una patadita en el trasero” al ineludible pero cargante verano. Éste se ha hecho este año para mí muy largo. Aun cuando el calor no ha sido muy fuerte, el índice de humedad en este barrio tan cerca del mar ha sido terrible: cada vez que movías un brazo o dabas un paso, el sudor corporal te bañaba el cuerpo. Imaginaos en los actos litúrgicos, con el alba y la casulla y bajo los potentes focos del altar celebrando misas y misas. Ni con ventiladores gigantes lograba sentirme aliviado. Resultado: sensación de fatiga y cansancio, abulia y pereza.

Para colmo, acontecimientos importantes, la enfermedad y fallecimiento de un sacerdote jubilado durante agosto, el nombramiento y traslado a otra parroquia del sacerdote y vicario que tenía en la parroquia, no me permitieron tomar algunos días de vacaciones y viajar a Irlanda como tenía previsto.

Adiós al verano, pues. Ahora vendrán las mañanitas frescas, las tardes de luz ennoblecida, la pintura roja y ocre de los arboles, los frutos de oro y naranja de la naturaleza: níscalos, kakis, membrillos, la lluvia limpiadora (y brutal, a veces) … y la normalidad, a veces complicada y difícil, de todos los días, reuniones, cursos, actos diversos pero llevaderos por esa facilidad que nos da la rutina de cada día.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Manipulación y censura



Estupor y consternación me causó la noticia que ayer daban por Radio Televisión Española (La 1) sobre la implicación en un tiroteo con escopeta, y sin graves consecuencias por fortuna, del padre de la niña trágicamente famosa  Mari Luz Cortés. Parece ser que fue una especie de reyerta: en ella estaba  metido Juan José Cortés, un gitano, que  a mí siempre me pareció un hombre cabal, y, que además, como se nos recordó con regodeo, es Pastor Evangelista. La locutora  –impasible el ademán (por dentro se adivinaba la mala uva) - dijo también que este gitano era asesor de Justicia del PP. 

Tres cosas me irritaron sobremanera ( y creo que no soy un reaccionario): los sesgos sectarios con que la televisión nos ofrece la inmensa mayoría de las noticias. Ahora es el PSOE, mañana será el PP. El morbo y la mala leche (¡uy, perdón por la expresión!) que tiene al seleccionar una noticia donde aparece esta pobre persona que ha perdido a su hija en tan terrible circunstancias, -¡dejadla en paz!- Y por último, el criterio con que se ha dado: es algo irrelevante: reyertas entre gitanos hay todos los días y la implicación del Señor Cortés no está aun investigada.

Esta misma mañana me desayuno con un “acuerdo” genial de los partidos políticos en el poder: se crea una comisión para decidir el tiempo que se dedicará a una noticia en la televisión, el cómo se dará y cuántas se darán. Izquierda y derecha lo han aprobado presurosos Y se han quedado tan panchos.

Manipulación y censura pura y dura: ni el tirano Generalísimo Franco lo hubiera hecho mejor.

martes, 20 de septiembre de 2011

Limpios de corazón



Estos días he estado leyendo, reflexionando y orando sobre el texto del Sermón de la Montaña. Las Bienaventuranzas son su plato fuerte: … “Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios”

Está bien claro que Jesús no se refería a la pureza sexual cuando  proclamaba esta bienaventuranza, que es, a la vez que una realidad concretada en muchos cristianos, una utopía y experiencia adelantada del Reino de Dios, a la que hemos de llegar todos.

Pues tener un corazón limpio compromete a que, allí donde nosotros miremos, donde coloquemos los ojos, veamos a Dios que se nos muestra de múltiples formas y maneras. Quizá sea fácil verlo en las maravillas de la naturaleza, o en la bondad innata de las personas. Pero nuestra mirada será verdaderamente pura cuando sea capaz de mirar a un hombre en la cruz, o en el abismo del pecado o en la prisión del mayor vicio y vea en él rostro de Dios.

Por eso hemos de tener la facilidad de ver también en el espejo de nuestro corazón, libre de todo narcisismo, cómo en él, –con nuestra desvencijada historia, nuestras culpas, pasiones y pecados- ¡se refleja el mismo rostro de Dios!

lunes, 19 de septiembre de 2011

La toma de posesión de un párroco.




Fin de semana pastoral bien cundido: sábado, servicio en el tanatorio y por la tarde, boda y Misa. Aunque cansado me relajé porque vinieron a visitarme unos amigos que hacía tiempo que no veía y nos fuimos a la playa y después a cenar buen pescado por allí.

El domingo lo mismo, o más pesado: celebré las tres Misas de la mañana, con un bautizo y por la tarde acudí a LaTorre (una pedanía de Valencia) a la toma de posesión de la nueva parroquia de mi ex coadjutor, Salvador Pastor. Todo muy bien. Una ceremonia larga, larga, donde el ministerio pastoral del sacerdote se quiere aherrojar con las cadenas del juridicismo –el párroco  juró y perjuró más que un carretero- y aseguró la posesión de la Parroquia tocando hasta las campanas y sentándose en el trono de la sede (a mi me parece algo vergonzante). Una simbología ritual que es bonita pero toda junta es farragosa y estresante. Nadie tiene la culpa sino los canonistas-liturgistas que han elaborado el ritual que parece de vuelta de lo que decía el Vaticano II acerca del ejercicio pastoral de los párrocos y del concepto de Iglesia como Pueblo de Dios.

Mi amigo Salvador, mi ex vicario que era en cierto la víctima, lo ha sobrellevado con buen ánimo e incluso remató la tarde con un buen y  breve discurso de presentación muy optimista e ilusionante agradeciendo a todos los asistentes que abarrotaban el templo su compañía. Después, en la plaza de la iglesia tomamos  “hoxateta i fartons”

Felicidades, Salvador, te deseo mucha suerte.

“¿Dónde estabas cuando yo fundaba la Tierra?” (Job 34, 4)



Sobre la película El árbol de la vida (EEUU, 2011) de Terrence Malick.

Se dice que es la música y también la poesía, las  artes más cercanas a lo sublime, las que con más facilidad te transportan a las esferas de la espiritualidad, a las cercanías del éxtasis místico. Un aserto que no llega del todo a ser verdad: el filme “El árbol de la vida” de Terrence Malick demuestra (y con mucho no es el primero) que la imagen cinematográfica es un medio muy eficaz para plasmar la presencia de la gracia en el Universo, en el mundo, en el corazón humano e incluso  en el inocente mecerse de las hierbas del campo. Todo está tocado por la gracia divina, todo es un don.

Terrence Malick es el testigo, con sus películas y especialmente con ésta, de este maravilloso milagro: la presencia del Espíritu en toda la vida. Es un director que apenas se le conoce personalmente. No deja que se le fotografíe y no concede entrevistas. Es casi un artista legendario.

En “El árbol de la vida” se nos cuenta la vida cotidiana rememorada por un padre que ha perdido su hijo en la guerra, de una familia en el medio oeste, concretamente en la misma comarca en la que nació el director del filme. Una familia compuesta por un padre  de familia responsable y a veces contradictoriamente severo, una madre llena de amor y comprensión y tres hijos pequeños. Su vida rutinaria, sus juegos y enfados, su relación con los padres, su aprendizaje siguiendo las palabras y consejos paternos. Juegos, enfados, caricias y abrazos. Pero la historia se lanza hacia atrás en uno de los flash -blacks más atrevidos y formidables de la historia del cine y nos la presenta como un eslabón más de una cadena que arranca desde el mismo Génesis: nada menos que el origen del Universo antes del gran Big-bang. Asistimos asombrados a la formación de las estrellas, al enfriamiento de la corteza terrestre, el surgir de las primeras amebas en el caldo biológico primigenio, a la aparición de la vida en la tierra y aún se entretendrá a contarnos una breve historia de los dinosaurios donde se nos manifestará la piedad y la compasión como actitud sembrada en la misma vida. Todo se dirige por la mano de un Dios creador, en línea continua y consciente y no circular ni ciega, a verificar el sentido último de la misma vida, en dirección hacia lo  transcendente, hacia lo divino, hacia el lugar del definitivo encuentro donde hallaremos la plenitud de la vida, como se señala abiertamente en esas escenas finales de la playa.

“El árbol de la vida” plantea desde su mismo inicio la visión cosmológica, metafísica y religiosa de su autor. Arranca con la imagen de una llama, cuyo brillo no sabemos si es de la luz de una vela o la del sol o la de una galaxia comprimida y finaliza con otra, esta vez sí, de una vela que a su vez enciende otra y abre la puerta a la luz. Escaleras que ascienden, cancelas y puertas abiertas, dinteles sin la hoja de su puerta, el mar y el cielo infinitos. Y como inicio estas palabras tomadas del Libro de Job (34, 4) “¿Dónde estabas cuando yo fundaba la Tierra, cuando las mañanas empezaron a cantar juntas y todos los hijos de Dios gritaban de alegría?”Porque lo que hace esta película sea extraordinaria es que sus ambiciosas imágenes -del mundo, del cosmos, de la vida silenciosa- no olvidan en ningún momento lo que es su centro: el ser humano, su corporeidad y su espíritu abierto a la gracia.

sábado, 17 de septiembre de 2011

A propósito del Evangelio del Domingo



EL HOMBRE DE LA HORA UNDÉCIMA
(Fragmento de un poema de José García Nieto)

Vas a pasar, Señor, ya sé quién eres;
tócame por si no estoy bien despierto.
Soy el hombre, ¿me ves? , soy todo el hombre.
Mírame Tú, Señor, si no te veo.
No hay horas, no hay reloj, ni hay otra fuerza
que la que Tú me des, ni hay otro empleo
mejor que el de tu viña...
      Pasa...
      Llama...
Vuelve a llamarme...
      ¿Qué hora es? No cuento
ya bien. ¿Es la de sexta? , ¿la de nona? ,
¿la undécima? ¿O ya es tarde?
      Pasa...
      Quiero seguir, seguirte...
      Llama. Estoy perdido;
estoy cansado; estoy amando, abriendo
mi corazón a todo todavía...
Dime que estás ahí, Señor; que dentro
de mi amor a las cosas Tú te escondes,
y que aparecerás un día lleno
de ese amor mismo ya transfigurado
en amor para Ti, ya tuyo.