sábado, 28 de diciembre de 2013

El hombre al que no le gustaba la Navidad



¡Pues ya se ha acabado la Navidad! El día 25 todos lo celebramos, mejor o peor. Previamente han sido días de mucho jaleo: conciertos de música en la iglesia, campaña de solidaridad de Cáritas,  preparación del nacimiento, tener la iglesia  a punto, preparación de la liturgia de la misa de Nochebuena,… Muchas, muchas cosas que ahora ya, dos días después, han pasado.

A mi particularmente estas fiestas de Navidad no me hacen mucha gracia. La tendrían si todo se hiciese más sencillamente, con menos rebombori. Demasiada comida, demasiadas visitas, demasiadas felicitaciones, demasiados villancicos, demasiados tópicos. Los teléfonos móviles con sus whatsaps ardían. Felicitas a todo “quisque”, y después se te olvidan a los principales. Voy al centro de la ciudad a comprar algo y regreso mareado, aturdido de tantos ruidos, de tanto apelotonamiento de gente, de chillón villancico en las megafonías de los comercios… Y en las calles del centro de la ciudad las navidades están tomadas por la moda yanqui: no sabes si estás en la calle Colón, o en la 5ª Avenida. En fin, que no me gustan las Navidades.

Y eso que pese a todo, procuro vivir íntima y religiosamente lo que para mí éstas significan: el nacimiento del niño Jesús. ¡Dios más cerca que nunca de nosotros!
Pero hay más: Nochevieja y Año Nuevo. Dos fiestas contra las que yo me revuelvo, y borraría. Así que, ánimo a todos, hay que pasarlas… Yo me eclipso.

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