Amigos, ¡ya está! Se acabó este
periodo de transición. Ayer inauguré mis actividades pastorales como Párroco de
San Antonio de Padua. Una ceremonia solemne y llevadera si no fuera por el
intenso calor que hacía. Pero muy bien. La gente se la veía contenta, llenaba
el templo y yo me sentí muy feliz.
Ahora a trabajar. Ya os contaré,
aunque es fácil que por la mudanza tenga problemas con internet y no pueda
comunicarme con vosotros. Una lástima, pero todo se andará.
Perdonadme que os castigue otra vez
con otro discursito:
“Saludo del nuevo Cura Párroco con
motivo de su entrada en la Parroquia de San Antonio de Padua.
Agradecido y emocionado ante esta
ceremonia de recibimiento por parte de ésta, para mí, ya entrañable Parroquia,
quiero que estas palabras, además de breves, lleguen a todos los que estáis aquí
presentes, soportando calores e incomodidades y también a los que o bien me han
llamado telefónicamente o mandando algún wasshap, me han comunicado que pese a
su intención de venir no les ha sido posible estar aquí presentes.
Con nostalgia y pena dejo atrás una
parroquia también muy entrañable, y que creo que es bastante diferente de ésta.
Hace un año más o menos yo me dije: José Luis, es hora de levantar el vuelo, es
hora de comenzar nuevas tareas pastorales! No sé si fue la cercana, imprevista
y sorprendente dimisión del papa Benedicto XVI, pero a mí me hizo pensar que
hay que seguir adelante y que si tienes ilusión, seguir adelante con cosas
nuevas.
Así que aquí estoy: seguramente
echaré muchas cosas de menos de otras parroquias donde he estado: en La Yesa y
Apuente y Abejuela donde comencé como párroco, después como vicario en la
cercana San Miguel y San Sebastián, luego, durante mucho tiempo, en la
parroquia María Madre de la Iglesia en Marxalenes y por último, en la parroquia
de Nuestra Señora de Los Ángeles del Cabañal, durante 12 años.
Y ahora, pues, en la parroquia de
San Antonio de Padua, aquí estoy. No sé a qué hora me ha llamado el Señor para
trabajar en su viña del Señor: sé que tendré el jornal justo y merecido. Y para
ser digno discípulo de Jesús de Nazaret el hijo de Dios, no echaré la mirada atrás
sino que araré el campo del Señor mirando hacia adelante. Así voy a caminar con
vosotros, querida comunidad parroquial, para seguir los pasos de Jesús.
Un camino a recorrer, que vosotros y
yo tenemos que andar, que inventar. El evangelio de Jesús siempre será una
novedad, y aunque nos cerquen muchas veces la comodidad y la rutina, nunca
hemos de dejar de navegar con el
"piloto automático encendido", si no probar caminos nuevos,
modos diferentes, y distintas maneras de vivir nosotros el Evangelio de
Jesucristo.
Así pues, agradezco enormemente a
todos los que me habéis acompañado: Señor Vicario Episcopal, señor Arcipreste, curas
de las parroquias vecinas, compañeros de curso, sacerdotes amigos.
Saludo igualmente la párroco de la
Parroquia ortodoxa de San Jorge mártir y al Pastor Evangleista, mi amigo Lucaino,
de la Capilla de El Salvador de El Cabanyal, aquí presente.
Y en especial a mi Vicario don Paco
Vañó, y también a Basil que me han suplido en estos días, llamados de interregno.
Gracias a mis familiares y a todos
vosotros amigos y amigas que una vez más demostráis vuestro cariño y amistad. A
todos os pido que recéis por mí para que acierte en mi actividad pastoral y os
pido que alguna vez que otra os acerquéis a verme. Aquí tenéis vuestra casa,
aquí tenéis siempre un amigo.
Agradezco al Consejo Pastoral Parroquial
todos los esfuerzos que han realizado por preparar este comienzo de mi vida
parroquial y también, cómo no, los emplazo: a la legión de María, a los
catequistas de primera comunión y poscomunión, a los miembros del equipo de
Caritas parroquial o de la Cofradía de la Virgen de los Desamparados, del Coro parroquial, a los responsables de la Pastoral de
matrimonios, a los que se encargan de la
economía de la parroquia, a los miembros de la acción católica general, a los
que se encargan de los asuntos jurídicos, a los que cuidan del decoro y
limpieza del templo, y a otros muchos que colaboran para que esta Parroquia sea
lugar de encuentro, mesa familiar, espacio de convivencia. Todo alrededor de
Jesús el Señor.
San Antonio de Padua sea nuestro
intercesor. Y la Mare de Deu, que desde atrás del templo nos mira con dulce
amor de Madre, nos ampare a todos
(Ahora después, tomaremos un pequeño
refresco en el Salón de actos).
¡Gracias, muchas gracias!”
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