lunes, 28 de septiembre de 2015

Sobre raíces, pueblos y patrias



Sobre pueblos naciones y patrias.

Durante esta larga temporada pasada he procurado aislarme de la cansina polémica que alrededor de Cataluña y su deseo de independencia ha inundado los medios de comunicación. No es que quiera inhibirme de la gravedad que para los ciudadanos todos esto supone. Pero uno anda muy fatigado de tanta palabra fútil y discurso vano pronunciados desde diferentes bandos.

Yo lo tengo bastante claro, porque el recorrido de mi vida ha sido geográficamente muy variopinto: nacido en Sevilla, he vivido mi infancia en Castril de la Peña (Granada), en Granada (ciudad), en Sestao (Vizcaya). Mi adolescencia en Jaca y Broto en Aragón y, por último, mi juventud y resto de mi vida ya en Valencia: Chelva, Moncada y Lliria... Me pregunto entonces de qué región, autonomía o país soy.

La cuestión del patriotismo en España está marcada en mi generación por la educación franquista que recibimos los niños y adolescentes de aquella época desdichada de la dictadura. Nos sentimos engañados por un exacerbado "amor a la patria" . No éramos patriotas, si no patrioteros. Luego las tonterías ocurridas durante el tiempo de la transición y los viles y crueles atentados de la ETA cometidos a favor de una patria, me hizo sospechar y desertar de toda clse de patrioterismo.

Por eso hago mías las palabras que  la filósofa alemana Hanna Arendt dijo: "nunca he amado a ningún pueblo ni colectivo. El único amor que conozco y en el que creo es el amor a las personas".                  

sábado, 26 de septiembre de 2015

Tres películas españolas para un Óscar



Una imagen de "Magical girl"

Magical girl (España, 2014) de Carlos Vermut, “Loreak-Flores” (España, 2014) de Jon Garaño y José Mari Goneaga y “Felices 140” (España, 2015) de Gracia Querejeta son las tres películas preseleccionadas por la Academia del Cine Español para aspirar al Óscar a la mejor película extranjera. Tres cintas que pasaron fugazmente por las pantallas de nuestra ciudad (las dos primeras, en la primavera del año pasado y la última, estrenada  en mayo pasado). Su pase, hay que decirlo, como todo cine español “no oficial”, fue con poca gloria, lo que hizo que muchos espectadores no la hayan visto. Y sin embargo, también hay que decirlo, estas películas se merecen un abierto reconocimiento por parte de los buenos espectadores de ese arte denostado por el vulgo que es el buen cine, que es el que comunica, el que tiene algo que decir sobre el hombre y sus profundas experiencias humanas.

Esto pasa en nuestro denostado y  querido cine español. Esta relación amor-odio que hacia éste tiene el espectador medio, provoca la exaltación de ciertos largometrajes de explicita mediocridad y que se trasforman el evidentes éxitos, dado el "taquillazo" que producen. Sin embargo, otras películas, más artesanas, menos subvencionadas, más humildes pero de reconocible calidad artística no logren levantar cabeza en el interesado “ranking” del cine comercial. Al final, los valientes y esforzados creadores de estas obras cinematográficas se rinden, se venden al mejor postor o productor o se diluyen en otros medios visuales como es la publicidad o la televisión.

Un nuevo Párroco en Llìria



Acudo  (ayer por la tarde) a la ceremonia de la toma de posesión de mi nuevo cura párroco en Lliria. Aunque yo sea también párroco (de San Antonio de Pádua)  me siento feligrés,  y lo soy, de la Parroquia de San Francisco de Asís de Llìria donde pasé mi adolescencia y juventud. Ésta es una acogedora y sencilla parroquia que respira franciscanismo por todo los poros. Sus sombras tiene, pero quedan diluidas en su esplendente luz que la gente sencilla y buena posee. Yo soy testigo de ello.

El rito litúrgico de la toma de posesión de un párroco es precioso, completo, muy diegético. En algunos momentos puede parecer largo y farragoso. Pero cuando su celebración se prepara muy bien, no fatiga ni cansa. Así ocurrió ayer en la parroquia de San Francisco. Dos salvedades: que no se utilizara el valencià (podría, por lo menos, haberse hecho en alguna lectura) y la homilía fue algo larga.


Muy sencillas, cordiales ¡y breves!, las palabras, al final, del nuevo párroco. Desde aquí saludos a D. Rafael Fernández, mi nuevo cura. A él le deseo lo mejor: que sea feliz, que evangelice (o sea que sea un buen cura). Como compañero sacerdote y feligrés suyo, estoy a su disposición.