jueves, 3 de diciembre de 2015

Al alcalde Ribó le llovieron piedras



Es claro y manifiesto que Joan Ribó, el nuevo alcalde de nuestra ciudad no posee los mismos modos y estilos que la anterior alcaldesa de Valencia. Yo creo que hacía mucha falta que en el Ayuntamiento se abrieran ventanas y se apartaran tantos muebles viejos. Claro está que para muchos, su gobierno de la ciudad, su modo de hacer es criticable y hasta aborrecible.

Para los ciudadanos que se dicen cristianos viejos y para la oposición beata y otros poderes fácticos, es también un hereje, un heterodoxo, cuando no, un blasfemo. Y así, en cuanto toma una decisión que parece alterar ancestrales tradiciones o derechos adquiridos que tienen una cierta ambigüedad histórico-religiosa, enfrentamientos y críticas le caen por doquier con toda suerte de improperios.

Ocurrió en octubre, cuando la “señera” no entró en la catedral para cantar el solemne Tedeum de acción de gracias. Demasiado religioso para un acto cívico. En noviembre le llovieron piedras cuando decidió que las salas de ceremonias de los tanatorios no tuvieran fijo un escenario religioso (o sea imágenes de santos). Rocas y pedruscos cayeron sobre su cabeza. Después se ha visto que a la familia del difunto que quiere una ceremonia religiosa no le faltan en el altar imágenes piadosas.

¿Y ahora qué, cesará la pertinaz lluvia? Ayer el alcalde visitó el centro "logístico"  situado en la iglesia de San Lorenzo que está enfrente de las Cortes, donde están organizando el Encuentro de Jóvenes del movimiento espiritual cristiano de Taizé. “Peregrinación de confianza” lo llaman.  En sus declaraciones invitó a toda la ciudad de Valencia a que en sus hogares acogieran a los jóvenes peregrinos. No invocó argumentos religiosos que a él no le competían, sino sencillamente humanistas, solidarios, culturales y ciudadanos. Son unas muy buenas razones. Resumen: el alcalde no es un comecuras.

Gracias, señor alcalde y espero que deje de llover.


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