A Gadafi le ha venido de maravillas el desastre de Japón. Yo creo que pensará que ha sido la providencia de Alá la que ha enviado el terremoto, el sutnami y la hecatombe nuclear para tener las manos libres y masacrar a sus súbditos. Europa se ha despreocupado de los asesinatos en masa que ha cometido y que ha jurado cometer si, como parece, está venciendo a los rebeldes que se levantaron contra su tiranía.
Los europeos han girado oportunamente su mirada hacia otro lado, hacia Japón, porque puede provocar una debacle en la economía y las importaciones de electrónica se pueden frenar o encarecer. Eso es más importante que la existencia vecina de un payaso criminal.
Los americanos con Obama –premio Nobel de la Paz-al frente ya no les preocupa el río de sangre con que el asesino Gadafi está ahogando a su propio pueblo porque anda n oteando el horizonte del Pacífico por si les llega la nube radiactiva nipona hasta su nación.
A Obama le dieron el premio Nobel “por sus esfuerzos por la paz y la integración” y según pasa tiempo la urgencia y necesidad de su devolución es cada vez más necesaria.
Más que nunca, ahora hay que recordar a Jesús, al que no le frenaba el "respeto" sagrado a la autoridad constituida cuando se refería a Herodes como un"zorro" o se enfrentaba la autoridad indicutible de los fariseos y escribas, legítimos sucesores de Moises -su "iglesia"-, ni se creía las promesas y buenas inteciones benéficas de los poderosos "que se hacen llamar bienhechores (Lc 22,26) pero mandan como tiranos y hacen sentir su poder" (Mc 10, 42).
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