Ya estamos en el domingo IV de Cuaresma. El domingo del ciego de nacimiento. No os conforméis con escuchar el Evangelio (Juan 9, 1-38) en la celebración de la Misa, sino leedlo previa y tranquilamente en casa.
Se "ven" cosas que de otro modo son más dificiles de percibir. Y es que Dios sigue hablando. Veréis -nunca mejor dicho- qué gozada.
¡Señor, ilumina los ojos de nuestro corazón!
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