De ochenta bodas en 2008 a menos de veinte en el 2011: este
es el salto cuantitativo de matrimonios religiosos en la Parroquia de los Ángeles
de El Cabanyal que regento. Los jóvenes parecen huir del matrimonio como gatos
escaldados del agua: creo que reaccionan sobre todo a lo que le ha pasado a la generación
anterior: no hay sostenibilidad de compromiso ni social ni personal, no hay un mínimo
de estabilidad económica.
Ayer tuvimos la boda del siglo con una octogenaria casándose
por la Iglesia y por todo lo alto. Además de lo esperpéntico del espectáculo mediático,
uno se ve forzado a aceptar que para casarse hay que ser además de viejo, muy
rico, cosa que la inmensa mayoría de jóvenes carece. La Duquesa de Alba, ante
la reprobación y aprobación de bien pensantes y mal pensantes, se pone por
montera lo políticamente correcto y celebra su tercer “bodorio” por todo lo
alto en Sevilla y olé.
Revistas del corazón, bares y peluquerías han tenido su día
grande: mientras, parejas casadas y no casadas miran con angustia de ahorrar
dinero para poder pagar la hipoteca.
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