Ando horrorizado y con el corazón
encogido, cuando veo en la tele o en la prensa la tristísima y horrible
resolución del caso de la desaparición de los dos niños de Córdoba. También, el
resultado del juicio del autor de la masacre de jóvenes en Noruega que ha sido
juzgado estos días.
Me pregunto qué ha habido en el corazón
de esos dos hombres que les movió a cometer esos horrendos crímenes. Miro sus rostros
y a la vez no quiero mirarlos, porque pese a todo me parecen rostros normales,
como puede ser el mío. Me dan miedo no solo por lo qua han hecho, sino porque
esa semilla del mal que ellos han dejado crecer en su corazón, también puede
estar en el mío.
Así que le pido a Dios que no
permita que en los corazones de los hombres germine la maldad en ese estado
puro que ha surgido en estos dos
asesinos. Han sembrado la desdicha a su alrededor y ellos están ya viviendo en el mismo infierno,
en el mismo corazón de la tinieblas.
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