¡Menuda semana de angustia, pena y tristeza hemos tenido! Los sucesos de París, nos tenían encogido el corazón
y a todos han conmovido. Y no es para menos.
La respuesta contundente
de indignacion y solidaridad ha sido enorme. Como tenía que ser. Pero las imágenes de la televisión que nos han mostrado las multitudinarias
manifestaciones, me parecen algo banales. No me creo a esos súper
políticos agarrados del brazo con
cara llorosa encabezando una manifestación contra algo que estaba en sus manos hace
tiempo haber evitado. Y que siguen provocando aun más con sus leyes de inmigración
a la carta. O ver algunos políticos con la sombra del bigotito de Hitler manifestarse
ahora en favor de la democracia y sus valores, cuando en sus países
la democracia, la libertad de manifestación y otros derechos civiles se los pasan por
el forro.
Yo creo que lo más importante ahora es una reflexión profunda sobre el por qué
de estos hechos que nacen sin
lugar a dudas de la desesperanza y la desesperación de mucha gente excluida. Y después de la reflexión, o mejor, al mismo tiempo de ella, ponerse a la
obra de construir un mundo más hermano, más justo, más tolerante, donde todos puedan expresar sus
opiniones dentro del mayor respeto a los demás y, sobre todo, vivir con dignidad.
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