El hacer cábalas y después conocer qué premios son los que la Academia de Cine Norteamericana ha concedido a las películas producidas a lo largo de este año que ha pasado, es algo que gusta prácticamente a todos. Al espectador medio, porque puede servirle de guía para después elegir qué películas va a poder ver y también al cinéfilo para ver si coincide criterios y gustos con el listado de películas que se han llevado un óscar.
Ahí
ando yo, comprobando si las películas elegidas difieren con el nivel de calidad
y las medidas de mi propio gusto. Por fortuna, aunque hay muchas similitudes de
un año para otro, cada uno de ellos es diferente. Y este año lógicamente
también lo ha sido: hay que afirmar enseguida que la lista de películas que han
llegado al privilegio de ser nominadas, tienen un buen nivel artístico y
también un alto interés comercial.
“Birdman”
de Alejandro González Iñárritu se ha llevado el gato
al agua. No lo tenía muy seguro: es un filme como todos los de este director
mexicano, quizá demasiado complejo para el espectador medio. Rodado en un solo
plano, con esa acumulación de imágenes, datos y elementos de los que barrocamente
utiliza este director de cine mexicano. El cine de Iñárritu es muy ambicioso y
muchas veces peca, por ello, de pedante. Y “Birdman” adolece
de estos defectos. El mundo del teatro, la temática de la creación artística,
la crisis y dudas de los artistas aparecen diluidos en este filme que cuenta el
empeño de un director teatral -actor famoso
ahora en decadencia-, que quiere sacar adelante un montaje teatral.
Gran
hotel Budapest,
después Wes Anderson, es puro cine de autor. Su director Wes Anderson tiene un
estilo propio único y peculiar: hay que estar en disposición y actitud de
empatía con ese singular sentido del humor, y con esa estética tan genuina y
peculiar. A ella le dieron cuatro estatuillas.
A
Hollywood le gustan también mucho los “biopics”, es decir películas basadas en
las biografías de gente famosa y conocida. Así sido premiadas según este gusto,
dos cintas innegablemente muy bien realizadas: The imitation game (la
vida del matemático Alan Turing y su homosexualidad trágica) y The teory of
everything (La teoría del todo) sobre el físico Stephen Hawkings. Son historias reales, como les gustan a los
americanos, salpicadas de datos inventados o subrayando romances de turno: así
el fin me parece más natural. Igualmente los largometrajes que cuentan
historias dolorosas y de procesos de superación de una enfermedad etc. un poco
al estilo de esos telefilmes que suelen verse por televisión se ha colocado también entre los premiados con
los dorados Oscars. Y así tenemos la película “Siempre Alice”, con la
eficaz actriz Julianne Moore, que ha ganado el Oscar a la mejor primera
intérprete.
Y
la que casi ha salido como gato escaldado (parecía Ia favorita) y ha provocado mi decepción una vez
más hacia los Oscars y esa ceremonia hortera que organizan en Los Ángeles, es la que
sólo han conseguido una estatuilla: a la mejor actriz secundaria, Patricia
Arquette. “Boyhood” es una auténtica filigrana: un film rodado durante
doce años siguiendo el crecer la vida y el crecimiento personal de un ser humano, no un mero personaje, y los
cambios físicos, familiares,
psicológicos y a veces sociales y políticos de un ciudadano. “Boyhood”
es la vida de un chico americano
pero en su niñez adolescencia y juventud, pero es también el retrato de nuestra
propia vida. Y todo el filme presentado con una puesta en escena ágil, un
relato entretenido, y un ritmo muy apropiado.
Hay
también otras de gran interés: “El francotirador”, “Foxcatcher”, ”Whiplsh”… Ahora
falta que vayais a verlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario