Hoy
viernes, era el día del ayuno voluntario, según la campaña de” Manos Unidas
contra el hambre en el mundo”. En muchos lugares, parroquias sobre todo, nos
hemos reunido un montón de gente para disfrutar de uno de las más grandes satisfacciones
que podemos tener los seres humanos: la acción de la solidaridad.
El
corazón se ensancha, la sonrisa se enciende, y la esperanza de un mundo mejor
se hace patente: simplemente por hacer este pequeño acto solidario. Cenar pan
con aceite, agua y una naranja. De allí mismo vengo ahora y me siento saciado
como si hubiera estado cenando en un restaurante
con estrellas Michelin.
Lo
hemos hecho aquí en la parroquia de San Antonio de Padua, con abundante
concurrencia al igual que también en
miles de parroquias esparcidas por toda nuestra patria. Es un gesto pequeño,
pero es muy significativo: os invito a que también vosotros hagáis este pequeño
gesto solidario. Es una solidaridad muy sencilla, pero el que es solidario en
lo pequeño, también lo es en lo grande.
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