¡Cómo no recordar en este
último día de julio los felices días pasados con un grupo de buenos y antiguos
amigos en el valle de Benasque!. Muchos de ellos estaban en buena forma y por
la mañana temprano salían a la montaña a asaltar las cumbres. Yo, cuyo cuerpo
no está para muchos bailes, les acompañaba hasta la mitad camino, o recorría
rutas alternativas, por los miles de bellos senderos que atraviesan el valle. A
veces contra mi voluntad, siempre perezosa, anduve muchos kilómetros que, pese
al dolor físico, me sentaron sin duda muy bien.
Albergado durante ocho días
en un hotel encantador y cómodo y con mesa bien abastecida y servida, como es
el Hotel de los hermanos Ciria en Benasque, ahora, en medio de los calores y
sudores de este inclemente mes de julio que ha pasado ya, el recuerdo de esos
días y la amistad de esos amigos refrescan aún más mi alma.
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