La señora Barberá se nos va y resulta que las primeras
palabras que dijo –captadas por micrófonos indiscretos- para consolarse y darse
la “enhoramala” fueron las que dijo al oído a su colega también del PP, Serafín
Castellanos: “¡Qué hostia, qué hostia!.
Hoy nadie se escandaliza ni se sulfura por estas palabras
que a lo más pueden sonar a irreverencia. Desde luego no las pronuncian las
personas religiosas y educadas.
Pues la que será pronto exalcaldesa de Valencia, Rita
Barbera, sí las suelta entre sus íntimos.
Esta señora que dentro de dos semanas
estará desfilando detrás de la Sagrada Custodia en la Procesión del Corpus, que
ha presidido tantas procesiones, que ha comulgado devotísimamente en muchas de
las Misas a las que ha asistido con piadosos gestos, suelta estas palabras, que
repito, no tienen más importancia que las de ser hirientes para algunos oídos, pera que indican situación y talante moral y cívico.
Y está claro que la vulgaridad ha acompañada siempre as esta
señora. Hace unos mese con el discurso abrasador y vergonzante del “caloret”,
ahora con esta otra variante. Así que nos alegramos que se vaya: dejarán de
construirse obras faraónicas, de realizarse eventos deportivos “universales” y el
Cabanyal –convertido en un “femer” por su mandato- comenzar a respirar tranquilo.
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