El
actor egipcio Omar Sharif ha fallecido en un hospital de El Cairo. Tenía 83
años. Aunque ya prácticamente desaparecido del mundo del cine, en su tiempo
(años 60 y 70) fue un actor muy famoso que interpretó grandes películas.
Lo
recuerdo especialmente en aquella secuencia de la película “Lawrence de Arabia”
(1962) de David Lean en que aparecía Peter O’Toole como Lawrence acompañado de un advenedizo árabe compañero de
viaje, cuando, junto a un pozo de agua en la inmensidad del mar de arena, en el
horizonte del desierto, aparece un puntito casi inapreciable que va poco a poco
acercándose hasta convertirse en el jeque Alí montado en un ágil camello. Este personaje
dio a conocer a todo el mundo a Omar Sharif. También recuerdo gratamente su aparición
en “La noche de los generales” de Anatol Litvak.
Nunca
me pareció un gran actor. Parecía siempre tener el mismo registro. Su papel en “Doctor
Zhivago” lo consagró para siempre. (Yo
fui varas veces a ver esta película, porque estaba “enamorado” de su coprotagonista
femenina, Julie Christie (¡bellísima “Lara”!). Mirada triste, ojos acuosos,
personajes elegantes y melancólicos, casi siempre repetía, a mi parecer, los
mismos papeles.
Pero
no hay que quitarle méritos: fue un actor que intervino en unas películas importantes
en la historia del cine como espectáculo de gran altura estética. Un tipo de
cine que ya no se hace. Ahora el espectáculo
se suple con los efectos especiales. A veces pienso que escribir sobre esto es
regresar a los tiempos de María Castaña, y los lectores jóvenes seguramente no
saben ni siquiera que este actor existiera. ¡Así de rápida pasa la historia de
la vida!
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