Estos días ando recibiendo distintos
wassaps de amigos que me invitan a pasas por cierto establecimiento cercano a
la Iglesia de San Nicolás para rubricar en un pliego mi firma como protesta y petición
de que no prohíban el toque de campanas desde el campanario de ese histórico templo
que está en el casco antiguo de la ciudad de Valencia. No conozco los términos
de la ley que parece ser prohíbe que se tañan las campanas que siempre desde
tiempos inmemoriales se han oído. ¿Problema de contaminación acústica? ¿Molestias
a los vecinos que en la mañana del domingo y después de la farra del sábado noche,
quieren aprovechar la cama para recuperarse
de los excesos de vigilia?
Parece ser que hace unos
años los vecinos del barrio de Velluters eran todos de edad mu y provecta. Acostumbrados
a los arrebatos campaniles, les ayudaba
a marcar las horas de su vida diaria: los toque del Ángelus, la misa y la
novena, el alborozo sonoro del anuncio de fiesta, etc. etc.
Las campanas en la ciudad secular. Han cambiado las
cosas. Hoy todos tenemos relojes electrónicos
que nos marcan las horas de nuestros trabajos y nuestros días, el toque de las
campanas también se confunden con a algarabía de conversaciones, gritos y músicas
de las terrazas en un barrio que por ejemplo los viernes y sabidos parece
celebrar fiesta perpetua. También seguramente muchos jóvenes y familias que se
han instalado en el barrio en la medida en que han ido restaurando aquellas degradadas viviendas,
que han perdido referencias de cultura cristina, se preguntarán para qué demonios
sirven ahora las campanas
Así que el
ayuntamiento, que parece preocuparse de estas verdaderas menudencias y que
provocan malestar a bastantes vecinos parece empañados en organizar con la oposición
pequeñas cruzadas que provocan provocaciones entre los vecinos más mayorers. Seguramente
este ayuntamiento no tiene otros objetivos más altos para procurar que nuestra
Valencia vaya a más. Yo por de pronto no pienso ir a firmar.
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