En el Día del Libro, el placer de la lectura es único. Leer a Cervantes,
los que hablamos castellano, es el más grande privilegio
“¡Válame
Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre, o quier
plebeyo,
este prólogo,
creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don
Quijote,
digo, de
aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona! Pues en
verdad que
no te he de
dar este contento; que puesto que los agravios despiertan la cólera en los más
humildes
pechos, en el
mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del
mentecato y
del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castíguele su pecado, con su
pan se
lo coma, y
allá se lo haya.
Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y
de manco,
como si
hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi
manquedad
hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los
siglos
pasados, los
presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los
ojos de
quien las
mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se
cobraron; que
el soldado
más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de
manera, que
si ahora me
propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en
aquella
facción
prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. Las que
el soldado
muestra en el
rostro y en los pechos, estrellas son que guían a los demás al cielo de la
honra, y al de
desear la
justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el
entendimiento,
el cual suele mejorarse con los años.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario