Así
que aquí tenemos el dinero, los bienes materiales, nuestras posesiones, nuestra salud, nuestras esperanzas de futuro. Todo ello, sin duda nos preocupa grandemente. ¿Qué
actitud entonces he de tener yo que soy creyente cristiano ante todo eso? ¿Temblaré
ante el mañana que hoy me parece tan poco halagüeño? En que me habré de
diferenciar de la actitud o postura que pueda adoptar el que no comparte la fe
en Jesucristo?
Admitir
que todo eso, aún teniendo fe, puede provocar desasosiego y cuando no angustia,
también sería cerrar los ojos a una
realidad que tenemos delante. Nunca mejor dicho: de la golosina de la vida quizá
podamos disfrutar en el presente, pero ¿y en el futuro? Eso es quizá lo que a
muchos nos quita el sueño, nos puede desesperar y angustiar.
Y
desde la mirada de Dios, desde Jesús de Nazaret, la cosa está bien clara.
"Ni un pelo de mi cabeza se cae sin su permiso". Un gorrión tiene un valor infinito para Dios,
una florecilla del campo es una obra primorosa de Él, ¿qué seremos entonces
cada uno de nosotros, hombres y mujeres, creados con aquellas manos manchadas
de arcilla de Dios?
Nos lo dice Jesús en el Evangelio de este
domingo: "Buscar primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se
os dará por añadidura" La confianza que nace entonces en nuestro corazón
es el signo de la respuesta del amor que
Dios nos tiene.
Mañana, en la
celebración de la misa de familias que celebraremos, llevaré la jaula de mi
pequeño canario "plumirrojo", mi mascota, que mostraré a todos los
niños para que con el pajarillo compartamos nuestra alegría por el vivir de hoy
y por el generoso futuro que Dios sin duda mañana nos regalará.
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