Entre Año Nuevo y Reyes me he tomado unos días libres para estar en Sevilla.
Algo de pereza me daba pues me iba a viajar sólo, pero tenía la intención de solitariamente pasearme por la ciudad de la que no he sido nunca ajeno, puesto que soy nacido en un pueblo de Sevilla: Utrera.
Ha sido una experiencia estupenda. Redescubrir Sevilla, que he visitado muchas veces, pero siempre casi de paso, me ha confirmado la belleza de de la ciudad junto con la enorme vida de los sevillanos: gran bullicio en parte debido a las fiestas navideñas, sus gentes tan hospitalarias como siempre. También he aprovechado algún día para encontrarme con mi familia materna más cercana. Admirable como está se va extendiendo de forma numerosa. Me sentí con ellos muy abrigado y estupendamente acogido.
Como tuve bastante tiempo (aunque Sevilla no se puede ver solo en cuatro días) visité muchos templos y pequeñas iglesias donde el bellísimo y deslumbrante barroco andaluz me ha dejado boquiabierto. ¡Qué inmenso patrimonio artístico y religioso tenemos en nuestra patria…!
¡Ah, y Triana, y su Virgen de la Esperanza, tan bonitas como siempre!
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