He estado durante una semana cumplida fuera de Valencia. Concretamente, en Budapest y en Benasque (¡) dos lugares bien distintos y dispares que sólo coinciden en la inicial de su nombre.
Después, con mis amigos y a mitad semana, cambié de lugar y de ambiente, en pleno corazón del más agreste Pirineo: Benasque. Allí nos atendió en el Hotel Ciria nuestro amigo José María. Dias de bosques y arroyos, cumbres y cielo azul, nubes y tormentas… con el Creador al fondo.
De vuelta a casa, comienza la vida diaria, más tranquila y rutinaria, con tiempo para ponderar mejor lo que he visto, entender lo que ahora veo y valorar en su justa medida lo que hay alrededor. ¿Se puede pedir más?

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