jueves, 25 de febrero de 2016

Semana de cinefórums



Esta semana ha sido una semana de cinefórums. Nada menos que tres sesiones. El cine forum es uninstrumento de transmisión de ideas y de valores, y de  plantéateamientos personales. Me gusta mucho dirigirlos, y la experiencia me ayuda, pero hay veces que, si no eliges bien la película o no hay suficiente quórum no se llega a conseguir lo que se supone que el  cine forum se persigue.

Adecuar la película -sabiendo elegir bien el título -al  público al que se dirige es una de las condiciones de su exito. También que haya un quórum suficiente para que el coloquio posterior sea enriquecedor. De todos modos, dirigirlo es algo exigente: pide bastante tiempo de dedicación. Ver la película antes o al menos revisarla en parte, consultar notas y archivos, redactar un guión de exposición de las cuestiones artísticas culturales sociales que ofrece la película, luego presentar la película, verla junto a los espectadores, y después dirigir el coloquio posterior con una buena dosis de paciencia y ecuanimidad. A veces los que toman la palabra lo hacen con mucha verborrea cuando no con impertinencia). Como digo, pide mucho tiempo.

Así pues, esta semana he andado más que ocupado. Hace cuatro días presenté "La pasión" de Mel Gibson (pese a sus excesos, sigue siendo muy interesante) para la Semana Santa Marinera. Hoy, en la Universidad Católica, he dirigido un cinefórum sobre la película italiana "Blanca como la nieve, roja como la sangre" (una película muy blanda) y pasado mañana en la parroquia, veremos con motivo del año de la misericordia la película argentina biográfica (y bastante flojita) titulada "Francisco (El padre Jorge)" sobre este maravilloso  Papa que Dios ha regalado a su Iglesia. Estáis invitados.


lunes, 22 de febrero de 2016

Umberto Eco



El primer libro que leí de Umberto Eco que ahora ha fallecido, fue “Apocalípticos e integrados”. Es el que más a gusto he leído, porque me abrió los ojos para entender la cultura popular, e igualmente, me dio herramientas mentales, que aún me sirven, para juzgar los medios de comunicación de masas.

Después, incentivado por el éxito de la película "El nombre de la rosa" leí el texto de la novela: me pareció un batiburrillo de información histórica, cultural, literaria, filosófica, teológica…, bastante indigesto. Igualmente la película (sobrevalorada) que se sacó del libro, no soporta un nuevo visionado. Su éxito se debe (además de la presencia formidable de Sean Connery) al original “mix” de géneros y época y lugares (monasterios misteriosos, detectives a lo Holmes y Watson, frailes asesinos…). Parece como si la novela y la película estuvieran hechas para hacer guiños a los espectadores avispados y muy leídos y satisfacer al que los descubre su ego intelectual de listillos. Algo parecido con lo que pasa en las películas de Woody Allen…

El libro que después empecé, se me quedó al inicio de su lectura, fue "El péndulo de Foucault" novela que no pase del cuarto capítulo. Leí y usé su estupenda guía para universitarios “Como escribir una tesis”. Lo último que he leído ha sido "En qué creen los que no creen", un diálogo muy interesante entre dos grandes inteligencias, Umberto Eco y el cardenal Martini.

Eso sí: he leído con mucha delectación y aprovechamiento todos los artículos que el semiólogo ha publicado en periódicos y revistas: son un verdadero placer. Los últimos años de Eco se vieron sumidos en una cierta desesperanza sobre la cultura, en un pesimismo radical. “Antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora, [a través de las redes sociales] tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles". Eco, al diario La Stampa


Poner en cintura a los cofrades es como poner puertas al campo.


Parece ser que los obispos de la Provincia Eclesiástica de la Comunidad Valenciana intentan poner ciertas condiciones a los cincuenta mil cofrades que forman parte de ese movimiento religioso popular que son las cofradías.

 Las exigencias, aún cuando sean elementales,  que la jerarquía eclesiástica intenta a veces imponer a a las asociaciones religiosas públicas de la Iglesia (esta sería un primera definición de cofradía) olvidan muchas veces las características propias de la religiosidad popular, que ayer, con un caldo de cultivo socialmente muy religioso, eran objeto de catequesis pero, hoy, más bien, son campo de evangelización. Francisco, en su exhortación "Evangeli gaudium", dixit. 

La religiosidad popular es un ámbito donde luces y sombras  se entremezclan y son muy difíciles de separar. Con frecuencia los controles no pueden funcionar. Separar el grano de la paja tiene sus grandes riesgos. Es como pedir a un huerto que produzca frutos, sin haberlos sembrado  previamente.


viernes, 19 de febrero de 2016

En el centenario de la muerte de Cervantes


El 22 de abril de 1616 moría Miguel de Cervantes Saavedra, el autor del mejor libro del mundo, el "number one" de las letras españolas. Este año pues, se celebra el centenario de su muerte. Parece ser que el Ministerio de Cultura se apresta a las conmemoraciones. Como siempre, el buen lector se adhiere a este acontecimiento, leyéndole. Para mí, entre mis muchas lecturas, leer el Quijote (o sus "Novelas ejemplares", otro de mis libros preferidos) es uno de los mejores placeres que me puedo dar.

Ahora estoy leyendo un libro sobre la vida del autor del Quijote, escrito hace ya más de veinte años por Andrés Trapiello: "Las vidas de Cervantes" que de un modo muy ameno -usa un estilo entre epistolar y a veces coloquio” y que más que una biografía semeja una novela. Desfila ante ti la vida del “manco de Lepanto”,  al que resulta que no le faltaba el brazo, sino que lo tenía inutilizado, lisiado, "seco".

Lo que más me complace de esta original biografía de Cervantes es además de su estilo, las referencias constantes de los textos cervantinos en la agitada y también desdichada vida de del inmortal autor de "El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la mancha" que en su segunda parte cambiará parcialmente el título: "El Caballero Don Quijote de la Mancha".


Os invito pues, amigos, a que, venciendo al principio cierta dificultad del lenguaje propio del siglo XVII, leáis uno de los libros más maravillosos de vuestra vida como os reireís un montón, lloraréis si sois blandos, y os hará quedar admirados de lo maravilloso que es soñar despiertos.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Una jornada en "el desierto" de Valencia




El sábado pasado estuve de excursión. Aliviando mi síndrome temporal de ver un pino me marché con mis amigos a pasearme por la zona de Cortes de Pallás y el valle de Cofrentes. Impresiona enormemente contemplar desde lo alto de su muela, el paisaje montañoso, abrupto y siempre bellísimo de una de las grandes zonas de la provincia de Valencia prácticamente desiertas: en muchos kilómetros cuadrados hay muy pocas poblaciones: Cortes de Pallás, Jalance, Jarafuel, Cofrentes, pueblecitos todos pintorescos y encantadores. Recuerdan aquella población morisca de la que fue expulsada en 1609. En enormes mosaicos en la calle se nos explica tal triste acontecimiento. Incluso ponen sus nombres en árabe, seguramente con una incitación a que regresen con su “yihad”. ¡Qué miedo!

Pero hay otra cosa que asusta en esos valles: la presencia de la central nuclear cuya humareda de vapor se ve desde muchos lugares y cuyas dos torres de refrigeración amedrentan al viajero. El pueblo de Cofrentes está maravillosamente restaurado y cuidado, seguramente para garantizar y dar sensación de seguridad. Hasta las montañas más cercanas aparecen en armonía de los paisajes tan bellos. Por ahí vimos triscando un montón de cabras montesas.

 Después, subiendo por la ribera del río Cabriel (uno de los ríos menos contaminados de Europa), comimos muy bien en Casas del Río, una aldea a casi 30 km de Requena y que presume de una enorme noria, ingenio construido en el siglo XVIII y que aprovecha las aguas del río en el paraje encantador de un gran azud. Pero se ve afeada por la ampliación del edificio de un viejo molino que cuya construcción se ha quedado a mitad. No sé cómo se ha consentido y se diera permiso para una obra que además no se acabó.

martes, 16 de febrero de 2016

"Marcelino pan y vino", un feliz revisionado


Haciendo zapping, después de cenar para pasar la velada ante el televisor, he tropezado con la película " Marcelino pan y vino" que acababa de empezar en su emisión. Aunque tenía intención de ver otra película de mi videoteca, la he visto una vez más...

“Marcelino pan y vino" es una joya del cine español que Televisión Española por “La2” ha emitido, en un ciclo admirable ("Historia del Cine Español") y está ofreciendo desde hace meses.

¡Qué lejana y distinta está ahora la mirada de los espectadores en los años en que la película se realizó! Se ha perdido la inocencia de la mirada, la sorpresa de las historias, la ingenuidad y tal vez también el espíritu religioso. Era otro cine, era otra época.

Y sin embargo, la película, pese a su fácil emotividad religiosa, se mantiene muy bien. No ha envejecido, todo lo contrario: conserva su aire de cuento infantil, de leyenda piadosa, de atrevida ensoñación. Con la elegancia de sus elipsis de imagen para señalar lo sagrado. ¡Qué difícil sería hoy hacer una película con éxito de taquilla que acaba con la muerte de un niño!


Está fotografiada magníficamente, con luces y sombras propias del expresionismo alemán, con influencia de Rossellini en su "Francisco, juglar de Dios", con escenas que recuerda a “Blancanieves y los siete enanitos” e incluso “Pinocho”, y con un elenco de actores muchos de ellos secundarios que siempre brillaron en sus papeles en aquellas viejas películas españolas. Con el gran acierto de la elección de aquel niño-actor Pablito Calvo, que marcó tendencia hasta en el peinado y corte de pelo y que después incluso rodaría películas en Italia y Estados Unidos, aunque ya crecido, no tuviera muchos logros en su carrera artística.

domingo, 14 de febrero de 2016

Retorno: las vibraciones del corazón



Me encanta que la ciencia descubra cosas tan importantes como este último hallazgo de las llamadas ondas gravitacionales, Que son curvas generadas en el espacio-tiempo por los fenómenos más violentos del cosmos. He buscado en la prensa algunos artículos que me lo expliquen y después de leídos no he llegado a enterarme mucho del todo. A mí estas cosas me parecen tan inescrutables como el misterio de la santísima Trinidad. Pero como digo, me encanta y,  sobre todo,  me gusta el nombre que algunos dan este descubrimiento que parece ser que Einstein ya había adelantado: las ondas gravitacionales son como "el sonido del cosmos" y me recuerda aquello que leí en "El sueño de Escipión" de Cicerón,  como ejercicio de traducción, sobre la música de las astros que imaginaba en el espacio infinito.


No lo llego a entender del todo, ni comprender su importancia; pero, ¿acaso entiendo yo muchas veces las ondas gravitacionales de mi corazón o las lágrimas que de mis ojos escapan?