lunes, 22 de febrero de 2016

Poner en cintura a los cofrades es como poner puertas al campo.


Parece ser que los obispos de la Provincia Eclesiástica de la Comunidad Valenciana intentan poner ciertas condiciones a los cincuenta mil cofrades que forman parte de ese movimiento religioso popular que son las cofradías.

 Las exigencias, aún cuando sean elementales,  que la jerarquía eclesiástica intenta a veces imponer a a las asociaciones religiosas públicas de la Iglesia (esta sería un primera definición de cofradía) olvidan muchas veces las características propias de la religiosidad popular, que ayer, con un caldo de cultivo socialmente muy religioso, eran objeto de catequesis pero, hoy, más bien, son campo de evangelización. Francisco, en su exhortación "Evangeli gaudium", dixit. 

La religiosidad popular es un ámbito donde luces y sombras  se entremezclan y son muy difíciles de separar. Con frecuencia los controles no pueden funcionar. Separar el grano de la paja tiene sus grandes riesgos. Es como pedir a un huerto que produzca frutos, sin haberlos sembrado  previamente.


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