martes, 24 de agosto de 2021

EL ABSTRUSO LENGUAJE CLERICAL

 


Como inicio del inminente curso que se avecina después del verano, recibo una misiva en donde se convoca a los interesados para participar en un curso de formación de catequistas. (La catequesis no es solo eso que se hace para los niños, para que reciban la primera comunión, sino la labor de la iglesia en la misión que Jesús encargó de anunciar el Evangelio y educar en la fe cristiana, y que ha de dirigirse a adultos y niños.). Lo organiza la delegación de catequesis de la diócesis (provincia religiosa que suele coincidir con la provincia geográfica).

 

Es más bien un curso breve, con sesiones de corta duración. El primer asunto que se tratará de explicar se titula (sic): “Hacia una catequesis kerigmática de inspiración catecumenal” (¡toma ya!, ¡hasta el corrector ortografico automático de Word me lo subraya en rojo!). Yo no sé quién va a explicar ese tema y tampoco me interesa. Lo que sí sé es que es una pura contradicción. Ya un título tan abstruso para los que van a asistir al cursillo, de los que se entiende que acuden con una actitud sencilla de formación e información, es totalmente contraproducente y pervierte el sentido del acto educativo en sí. Yo no me atrevo a invitar a uno de mis posibles y sencillos catequistas a una charla con semejante título.



Ya sé que el lenguaje técnico de “las ciencias de Dios” tiene expresiones aún más difíciles que éstas, pero ese lenguaje se debe utilizar en la alta escuela teológica y no en los caminos de la educación de la fe que como comunicación con la gente sencilla deben ser llanos y claros.

 

A mí me parece que estos clérigos que están arriba aún no se han enterado de cómo “educaba” Jesús de Nazaret que nunca utilizó tecnicismos. Llanezamuchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala”, dice el Quijote.

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