martes, 6 de junio de 2017

PABLO VI Y LA EXCLUSIVIDAD DE LOS PASTORES



¡Pablo VI, ese desconocido que sigue necesitando ser descubierto!

A veces parece que uno descubra el mediterráneo. Y hay que recordarlo a muchos que teniéndolo tan cerca, aún no lo han descubierto. Es lo que pasa con el Papa Pablo Sexto, un pontífice al que todo el mundo le reconoce enormes méritos dentro de la iglesia pero que nadie sabe por qué se le conoce. Leí hace unos meses una antología de textos escogidos de Pablo VI titulado “Un hombre como nosotros” de ediciones Cristiandad. Son escritos muchos de ellos de tipo privado que han sido recogidos y cuya lectura ha provocado una verdadera admiración hacía este hombre que cuyo pontificado, entre el breve e intenso de Juan XXIII y el prolongado de  Juan Pablo II, quedó en cierta manera eclipsado.

Leí pues allí un texto escrito en 1931, cuando tenía treinta y cuatro años de edad y doce de sacerdote: unas notas de propuestas espirituales de su vida como sacerdote: “Debo mirar con esmero que educación espiritual esté presidida por la sencillez de los dogmas fundamentales de la fe y por la armonía de la constitución unitaria de la Iglesia, bastando y excediendo a mi piedad, para ser viva y veraz, la fortuna de pertenecer simple, pero directamente, al séquito de Cristo y de participar mediante la adhesión a su cuerpo místico, en sus méritos, en su historia, en su gloria” (página 34).


Me llamó la atención estas palabras porque indica la voluntad del que  después sería Papa, de ser un sacerdote “no especializado”, es decir, de no enrolarse en exclusiva en ningún movimiento, institución, grupo especializado de la iglesia. Hoy en ésta hay muchos curas que en vez de llevar una pastoral abierta e inclusiva, que atienda a todos los cristianos, andan especializados casi en exclusiva sólo para ciertos movimientos eclesiales.

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