miércoles, 2 de agosto de 2017

DESPUÉS DE LAS VACACIONES





He estado unos días, después andar por las llanuras de la vida cotidiana del curso acabado,  descansando en la alta montaña  del Pirineo oscense. Concretamente, en el valle de Bielsa donde los descomunales macizos del Monte Perdido y sus  valles de majestuosas laderas multiplican la emoción de la belleza  que te rodea. Casi da pavor contemplar  el circo del  Valle de Pineta presidido por el Perdido y los Astazus, o la mole gigantesca del macizo de Cotiella, que hace que el Valle de Gistain parezca  un valle secreto y oculto y que provoca en el que lo recorre,  un sentimiento de pequeñez e inanidad. A la vez, en las altas cumbres, resuena la voz de lo Sagrado que te llama e invita  a confundirte en su majestuosa grandeza. 

Regreso, pues, después de estos días de comunión íntima con la naturaleza nuevo, descansado y con ganas de empezar.

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