domingo, 26 de noviembre de 2017

REZAR PARA QUE LLUEVA

"Singin` in the rain"





La “pertinaz” (nunca mejor dicho) sequía está provocando que se plantee en nuestra Iglesia ciertas tradiciones y usos que antaño eran muy corrientes. Nuestros obispos nos han dicho que elevemos preces para que Dios nos mande la lluvia. Sin duda debe ser un gesto de buena voluntad, pero que provoca muchas veces en los que están en la frontera de la fe una cierta sonrisa y cuando no una leve sospecha: en su gestos, la Iglesia parece que va hacia atrás. A este paso, vamos a ver a los meteorólogos de la televisión con un rosario en las manos.

Ese es el riesgo; supongo que todos los que somos creyentes conocemos muy bien la autonomía que tiene la naturaleza con respecto a la intervención de Dios en ella. Hacer hoy rogativas con el santo del pueblo en procesión puede ser un acto piadoso y pintoresco propio de películas antiguas, pero todos sabemos, por muy fuerte que sea nuestra fe religiosa, que Dios respeta el orden que tiene la naturaleza. Si interviniera, seguramente la catástrofe sería mayor por ese “efecto mariposa” que actúa en la naturaleza.

Siguiendo pues, lo ordenado por nuestros obispos, en las misas que he celebrado hoy he pedido públicamente, no que llueva, que eso ocurrirá cuando la borrasca de turno quiera, sino que los responsables públicos planifiquen bien el caudal de nuestros ríos, que se distribuya equitativamente los recursos hidráulicos, y que los humanos sepamos compartir ese don precioso que es el agua al que todos tenemos derecho.


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