martes, 3 de septiembre de 2013

El síndrome de los propósitos



En estos días primeros de septiembre el que esto escribe no suele padecer el síndrome de las vacaciones (o sea, esa perezosa inercia de volver al tajo, de reanudar las actividades de siempre, sino que sufro lo que yo llamo síndrome de los propósitos. En septiembre comienza un curso nuevo y quien más o menos quiere que éste sea exitoso y no se repitan los fallos, rutinas  y carencias del anterior.

Así qué siempre me propongo un montón de cuestiones y asuntos  a tener en cuenta que me salven de errores y fallos, para así lograr que la programación de las actividades parroquiales y mis proyectos personales lleguen a buen puerto.

Pero, ¡ay!, después, el tiempo y los despistes y las comodidades hacen que esos propósitos no lleguen del todo a realizarse. Pero, quien no tiene derecho a soñar con el futuro? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario