sábado, 10 de mayo de 2014

Avui es la Mare de Dèu!




Hoy es el día de la Virgen de los Desamparados. Decir esto es decir hoy es la fiesta de nuestra madre. ¡Cuánta devoción, cuantas oraciones, que cercanía más grande sentimos hacia ella! ¡Cómo nos acerca a su Hijo!

La sentimos tan nuestra, tan humana. La contemplamos como esa muchacha desvalida que saca fuerzas de flaqueza en medio de la incertidumbre y de sus preguntas y que apuesta radicalmente por Dios.

En Navidad la contemplamos una reunión en el pesebre de Belén. Contemplando cosas que ella no conseguía entender, pero guardándolas en el corazón. Su hijo Jesús, sin duda le daría grandes quebraderos de cabeza, pero ella sabía que estaba cumpliendo su misión y, como una discípula más, le seguía.

Y en Semana Santa la contemplamos  llorando por su hijo, sabiendo que sus lágrimas también son por nosotros y la miramos porque se puso junto a la cruz, con el corazón quebrantado, pero firme, de pie.

Y en Pentecostés, la seguimos sintiendo muy cercana, combatiendo el miedo a la vida que sentían los apóstoles que esperaban el Espiritu alentándoles,  como alienta nuestra confianza diciéndonos: desterrar vuestro miedo, porque mi Hijo ha resucitado.

Y nos ponemos en sus manos protectoras, que amparan, que acarician y que descansan.
Ella nos ampara en medio de las tormentas de nuestra vida. Por eso la llamamos, la invocamos: ¡Mare de Deu, Mare de Desamparats!

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