viernes, 19 de septiembre de 2014

Dicen que toda despedida es triste...




Naturalmente hay despedidas (las de hasta nunca) y despedidas (las de hasta luego) y hay tristezas (también se llaman nostalgias, morriñas y “saudades”) y tristezas (marcadas por el dolor y el sufrimiento).

Yo diría que la despedida que hice de la parroquia en el templo de Los Ángeles convocada en la fiesta de nuestra Madre la Virgen de los Dolores, tiene también este sabor agridulce que implica toda despedida.

Digo adiós a una parroquia, la de Los Ángeles, con una comunidad muy diversificada pero donde sus miembros están muy cercanos unos a otros. Una parroquia llena de vida, de comunicación, de aspectos muy familiares.


Sobre todo digo adiós a sus feligreses, a los vecinos de el Cabanyal y de otras  parroquias que han hecho también piña en esta. Digo adiós a los movimientos y grupos que viven a la sombre de la Parroquia. Digo adiós  a los que han colaborado. ¡También a los que han intentado pones la zancadilla! Y digo adiós sobre todo a las Cofradías de Semana Santa y a la del Rocío. Otra vez más les pido solamente tres cosas: coherencia, coherencia y coherencia.

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