jueves, 28 de abril de 2016

Ver "Julieta", la última de Almodóvar


A veces es muy difícil desprenderse de ciertos juicios preestablecidos a la hora de contemplar y juzgar las cosas de la vida. Funcionan como filtros inconscientes que no permiten verlas tal y como son. Y con el cine ocurre con bastante frecuencia. El espectador tiene sus prejuicios, sus presupuestos mentales, sus manías. Lo peor de esto es que debido a ellos, muchas veces se nos escapan, al no darnos la oportunidad de verlas, bonitas y estupendas películas.

Por suerte esto no me ha ocurrido con la última entrega cinematográfica del director manchego Pedro Almodóvar, cineasta más valorado más fuera que dentro de la patria. Las circunstancias personales por las que ahora atraviesa (el lío de los “Papeles de Panamá” ) seguramente habrá incrementado la hostilidad hacia él. Pero una cosa es la persona hacia la que puedes tener empatía o no y otra es su obra.

"Julieta" es una magnífica película con la que Almodóvar parece haber recuperado el pulso creativo que  habría  perdido -su último filme era un repelente bodrio y una gamberrada: "Los amantes pasajeros”- y sus penúltimas películas siempre me parecieron "manieristas", donde Almodóvar se copiaban a sí mismo.

Con "Julieta" parece romper con su estilo de provocación y estética relamida y compone un intenso melodrama donde continúa con la focalización del alma de la mujer (en el fondo, todo ser humano, independientemente de su sexo) que sufre el silencio de la soledad, el desgarro de la pérdida de alguien muy amado.

La cinefilia creativa de Almodóvar recurre a citas muy explícitas del cine de Hitchcock: Rossy de Palma recrea el personaje de la malvada y misteriosa  se ñora Chambers de "Rebeca" y la protagonista - joven y adulta,  magnificamente interpretada por dos actrices- hace referencia a la Kim Novack de "Vértigo".


"Julieta" es un estupendo melodrama que acaba con esperanza y que recomiendo a todos.

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