domingo, 30 de octubre de 2016

Sobre los muertos y sur representaciones



Mi vecina ha estado este mes pasado en México y supongo que a su hijo pequeño le ha traído algunos regalos,  entre ellos un lindo poster algo siniestro que ha colocado en su puerta que anuncia “El día de los muertos” con dibujos al colorido estilo mexicano, que son, incluso, graciosos. Ya sabemos que los mexicanos celebran por todo alto a sus muertos. Les llevan manjares hasta el cementerio y allí juntos en familia, utilizando la la losa de la tumba como mesa familiar, se dan un gran banquete con ellos (o a costa de ellos).

También los americanos del norte celebran la fúnebre fiesta en plan de un chocante juego infantil es la fiesta de Halloween de la que el cine de terror se ha apropiado y  que no tiene las connotaciones tan negativas  contra las que no vamos a despotricar aquí y que como la coca cola se ha esparcido en todo el mundo. Algunos católicos se asustan y montan en furia porque creen que es una competencia a ese gran atractivo que es la creencia en la resurrección de los muertos que tenemos los cristianos.

Algunas diócesis católicas han reaccionado cambiando el rostro siniestro de la fiesta por otro más amables (yo diría más bien cursi, ridículo y casi monjil). Se trata de celebrar el día de Holloween, como  el Día de los Santos y Santas de cine. Los niños se vestirán de mártires, confesores, angelitos, y las niñas de santas y vírgenes. (No sé qué harán si se disfrazan de santos mártires: será bastante “gore”. ¡Uno sin cabeza, otro sin brazos  ni piernas, etc!). La iglesia otra vez, actuando en el  lado reaccionario.

No nos engañemos: el culto a los muertos tiene una larguísima tradición histórica ya desde los primeros pueblos primitivos. Tratar de esquivarlo y de minusvalorarlo por que se celebre de distintas maneras según su uso cultural es bastante tonto e inútil. Además, la Iglesia desde siempre ha celebrado muy plásticamente ese terror ancestral que todos tenemos ante la muerte. Si no, véanse las pinturas de la danza de la muerte en las iglesias, También en el periodo barroco se realizaron grandes altares decorados con esculturas o pinturas de espantosos esqueletos (véase en Sevilla a Valdés Leal) que recordaban la efímera condición de vida del ser humano.


Así pues no habría de alterarse tanto con las histerias y estupideces que se hacen ahora en Halloween.

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