!Uf, a primera vista me pareció "la tomatina"!
Una de las obsesiones que tenía el papa Francisco era el clericalismo. Decía que era uno de los pecados que tenía la iglesia que podía hacerle muchísimo daño. Pensaba que los sacerdotes, obispos y cardenales que tienen que servir a la iglesia, cometían un doble pecado, el de la soberbia y el de estar separados del resto del Pueblo de Dios, a través de un muro donde se encerraban sus certezas de fe, de las que se revestían para hacerse con el poder fáctico en las cosas más concretas e incluso cotidianas de la iglesia. Los laicos (son la tropa) por un lado, y los clérigos (son los depositarios de la Verdad) por otro.
Qué lejos anda de la concepción de la Iglesia como pueblo de Dios que ya el Vaticano II lo proclamó y Francisco anunciaba siempre. Como quería siempre el papa Francisco, no como una pirámide, donde en la cúspide estaría el clero y en la base estaría la gente normal y corriente, los seglares. Éstos han de servir y sostener a los otros.
Naturalmente, el clericalismo necesita hacer distinciones, incluso en la vestimenta. Viendo estos días los vistosos vestidos de color púrpura de los obispos y cardenales desfilando, siento una especie de repelús. Viendo a los monseñores, sacerdotes, y maestros de ceremonias, que con tan santa unción parecen pavonearse en las ceremonias pontificales, siento una gran tristeza. ¿Acaso el uso de la sotana aparece en algún versículo del Evangelio? Ésta no es la iglesia de Jesús, ésta no es la Iglesia de Francisco. Se nos olvida que un sacerdote (un obispo) es un miembro más del Pueblo de Dios y que su vocación y ministerio encima está a su servicio.
Antes éramos muchos los que besábamos las manos de los curas señal de respeto y veneración, ahora los besamos con nuestros ojos, contemplando los desfiles interminables y coloristas de las vestimentas que se lucen en las procesiones del Vaticano.
Aquí en el blog hace muchos años ya escribía este juego de palabras: “Mi iglesia está clericalizada, ¿quién la desclericalizará? El de desclericalizador que le desclericalice, ¡buen de desclericalizador será!”
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