sábado, 3 de enero de 2015

El año que empieza



Pasados los fastos de la despedida del viejo año y la bienvenida del nuevo, seguimos andando al hilo del tiempo.

Miramos el tiempo hacia atrás y se nos precipita nuestra biografía. El pasado ya fue: nadie lo puede cambiar. Qué nostalgia y cuánta melancolía nos da ese  mirar hacia atrás en el tiempo. Nos acordamos, eso sí, de muchas alegrías, de muchos éxitos, de aquellos  momentos en los que hemos sido felices. Pero también ponderamos cuántas oportunidades hemos perdido, cuántas ocasiones magníficas para nuestro vivir hemos desperdiciado, cuánto tiempo hemos dilapidado, cuantas penas podríamos haber evitado. Echamos de menos algunas fieles personas que nos acompañaron.
Nos consolamos y decimos: ¡A lo hecho, pecho!  O con sarcasmo: ¡Que me quiten lo bailado! Miramos pues, hacia atrás con nostalgia y melancolía.

También es fácil que olvidemos que en aquel tiempo pasado, había un amigo invisible, que rió y lloró contigo: Dios.

Ahora ya estamos en el futuro: el 2015: qué nos deparará, que nos traerá, como será. Si bien siempre miramos el futuro con ilusión, también lo hacemos con preocupada angustia, con sospechosa preocupación. En un mundo amenazado constantemente por todo tipo de riesgos y peligros, en una sociedad tan cambiante como la nuestra: qué seguridades voy a tener para vivir el futuro año que ha empezado?

Si en el pasado Dios nos sostuvo, ¿como no lo va hacer en el futuro? El traza, respetando nuestro criterio, el camino a recorrer . Cada paso que damos, cada suspiro que lanzamos, Dios lo tiene presente. Las primeras comunidades cristianas le llamaban Señor de la historia y andabam esperándole, día y tras día. Afirmaban que pase lo que pase, la última palabra siempre la tendrá Dios. ¡Suyo es el Reino, el Tiempo,  el Poder  y la Gloria! No resuena en tu corazón aquellas palabras que  se dicen en el Apocalipsis. "Ahora lo hago todo nuevo!"


La historia no va sola: avanza siguiendo el dedo de Dios. Aunque parezca a algunos que está no tiene ningún horizonte: el horizonte es Dios.

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