Sobre pueblos naciones y patrias.
Durante esta larga temporada pasada he procurado aislarme de la cansina polémica que alrededor de Cataluña y su deseo de independencia ha inundado los medios de comunicación. No es que quiera inhibirme de la gravedad que para los ciudadanos todos esto supone. Pero uno anda muy fatigado de tanta palabra fútil y discurso vano pronunciados desde diferentes bandos.
Yo lo tengo bastante claro, porque el recorrido de mi vida ha sido geográficamente muy variopinto: nacido en Sevilla, he vivido mi infancia en Castril de la Peña (Granada), en Granada (ciudad), en Sestao (Vizcaya). Mi adolescencia en Jaca y Broto en Aragón y, por último, mi juventud y resto de mi vida ya en Valencia: Chelva, Moncada y Lliria... Me pregunto entonces de qué región, autonomía o país soy.
La cuestión del patriotismo en España está marcada en mi generación por la educación franquista que recibimos los niños y adolescentes de aquella época desdichada de la dictadura. Nos sentimos engañados por un exacerbado "amor a la patria" . No éramos patriotas, si no patrioteros. Luego las tonterías ocurridas durante el tiempo de la transición y los viles y crueles atentados de la ETA cometidos a favor de una patria, me hizo sospechar y desertar de toda clse de patrioterismo.
Por eso hago mías las palabras que la filósofa alemana Hanna Arendt dijo: "nunca he amado a ningún pueblo ni colectivo. El único amor que conozco y en el que creo es el amor a las personas".
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