Acudo (ayer por la tarde) a la ceremonia de la toma
de posesión de mi nuevo cura párroco en Lliria. Aunque yo sea también párroco
(de San Antonio de Pádua) me siento
feligrés, y lo soy, de la Parroquia de
San Francisco de Asís de Llìria donde pasé mi adolescencia y juventud. Ésta es una
acogedora y sencilla parroquia que respira franciscanismo por todo los poros.
Sus sombras tiene, pero quedan diluidas en su esplendente luz que la gente
sencilla y buena posee. Yo soy testigo de ello.
El rito
litúrgico de la toma de posesión de un párroco es precioso, completo, muy
diegético. En algunos momentos puede parecer largo y farragoso. Pero cuando su
celebración se prepara muy bien, no fatiga ni cansa. Así ocurrió ayer en la
parroquia de San Francisco. Dos salvedades: que no se utilizara el valencià (podría,
por lo menos, haberse hecho en alguna lectura) y la homilía fue algo larga.
Muy
sencillas, cordiales ¡y breves!, las palabras, al final, del nuevo párroco.
Desde aquí saludos a D. Rafael Fernández, mi nuevo cura. A él le deseo lo
mejor: que sea feliz, que evangelice (o sea que sea un buen cura). Como
compañero sacerdote y feligrés suyo, estoy a su disposición.
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