domingo, 2 de abril de 2017

Lázaro (a propósito del Evangelio del domingo)



Uno de los mejores amigos de Jesús era Lázaro, que vivía en Betania con sus hermanas Marta y María. Lázaro se puso muy enfermo, y entonces llamaron a Jesús. Pero como estaba lejos tardó unos días en llegar, y cuando llegó Lázaro había muerto. Su hermana Marta estaba muy triste, le dijo a Jesús: “Tenías que haber venido antes”. Pero Jesús le contestó: “Yo soy la resurrección. ¿Crees en mí? ¿Crees en la vida que yo ofrezco?” Ella le contestó que sí, que creía. 

Marta y María no paraban de llorar, muy tristes por haber perdido a su hermano. Jesús también lloraba, porque quería mucho a esa familia.

Entonces Jesús llegó a la puerta del sepulcro donde habían enterrado a Lázaro. Pidió que moviesen la piedra de la entrada, y cuando lo hicieron, gritó: “Lázaro, ven fuera”. Y entonces Lázaro apareció en la entrada, vivo de nuevo. (De “Rezando voy” Adaptación de Jn 11, 1-45)
Creí haber andado mi camino
pero un muro hermético era mi descanso.
Mis manos inertes modulan un reloj sin alma.
Cae el candelabro y lágrimas inanimadas son la cera derretida.
Retumba en la bóveda un rayo que es grito desgarrado.

Y aquí estoy a la intemperie de la noche
soportando la lluvia, la ventisca y la nieve
y hasta el viento parece una caricia de dientes y uñas.

Este sudario que es pañuelo en mis ojos
 me remite a la esperanza,
que después del silencio

vendrá la esperada palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario