Aunque sin querer entrar en polémicas, puesto que no se lo merece, caigo en la tentación de mostrar aquí mi opinión sobre el asunto de la exhumación de Francisco Franco, el dictador. En absoluto puedo simpatizar con él, pero tampoco le he jurado odio eterno. Hoy su nombre me cansa y molesta, nada más. Mi iglesia que supo aprovecharse muy bien de su política, salió fuertemente dañada por su influencia. Ha pagado y sigue sufriendo la carga de esa connivencia con el tirano. La viñeta del domingo del periódico "El País" ilustra magníficamente mi posición.
No debió ser enterrado en el Valle de los Caídos, ni ahora creo que sus restos deben continuar yaciendo allí, después de la triste herencia social y política que nos dejó. Deberían estar guardados en el panteón familiar de los Franco, que según tengo entendido está en la catedral de la Almudena, donde está sepultado su abuelo.
Otra cosa es la algarabía y papanatismo de escaparate que el gobierno actual de Sánchez y adláteres anda organizando. Me parece repugnante, si no repulsivo.
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