lunes, 27 de agosto de 2018

LA VIRGEN DEL REMEDIO DE CHELVA REGRESA A SU CASA


Hoy, lunes, los chelvanos han subido en romería a la imagen de la Virgen del Remedio que ha estado con ellos, en el pueblo,  durante una semana. En el bello, inmenso y barroco templo parroquial  -lástima que no pueda ser restaurado, pues no hay medios- la pequeña imagen de la Virgen entronizada en su grandioso retablo, a punto de ser rematado, ha escuchado las plegarias de los hijos de la capital de la Serranía.

Para mi la villa de Chelva constituye el recuerdo, fresco y luminoso de mi adolescencia, pues durante esa edad mía yo viví allí. Por fortuna conservo algunos buenos amigos y compañeros de aventuras y correrías. Yo creo que comparados con los adolescentes de ahora éramos muy formalitos.

El viernes pasado fue  la fiesta mayor con una Misa solemne por la mañana y por la tarde, la procesión. A ésta acudí con unos amigos y recordé tiempos pasados.  Contemplar la procesión a la salida del templo y luego en los recorridos por el pueblo, en medio de las estrechas calles del barrio árabe de Benacacira y luego por las sinuosas callejuelas del Arrabal que antaño fue la judería, es una experiencia nostálgica y muy plástica. A la Virgen la acompañaban muchísimos devotos y me llamó la atención  su banda de música nutrida de numerosos instrumentistas. (Conté nada menos que veinticinco clarinetes).

Así que ahora, la imagen de la Virgen del Remedio está allá en su blanca ermita, muy cerca de la cumbre del Pico de Remedio, ese alto peñasco que preside toda la comarca de la Serranía. Desde allí ampara y protege al pueblo de Chelva. Desde abajo, desde el pueblo, la  blancura del santuario semeja una paloma posada sobre una inmensa roca.

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