lunes, 7 de marzo de 2022

EL ABUSÓN Y EL CASCO



Recuerdo que en mi clase no faltaba el abusón. No era el más fuerte, pero sí era el que más utilizaba la fuerza para amedrentar a otros. Tenía varios amigos, aunque no sabías si lo eran o estaban con él para evitar su ira. Yo me sentía cómodo formando parte de una pandilla de gente razonable; basábamos nuestra relación en intereses comunes y en la seguridad de ser parte de un grupo. 


Uno de los amigos del abusón quería alejarse de él y acercarse a mi pandilla. Al enterarse, el abusón entró en cólera. Nos aseguraron que el abusón acabaría pegando al chico, y nos pareció que exageraba. Los de la pandilla nos reunimos y decidimos amenazar al abusón, que se rio en nuestras caras. 


Después de algunos avisos, el abusón comenzó a pegar y maltratar al chico. El chico nos pidió protección y nosotros, dado que no íbamos a pegarnos con el abusón (pues el otro chico no era de nuestra pandilla), optamos por ayudarlo. Yo le di un casco, unas rodilleras y unas coderas para protegerse. Pasado el tiempo, no dejo de avergonzarme de mi comportamiento. ¿No pude hacer nada más por él? 

De una carta a El País J. Alberto San Román. Valladolid 

No hay comentarios:

Publicar un comentario