Aparte el delirante momento de la bofetada que dio Will Smith al cómico que presentaba la gala de los Oscars, el reparto y adjudicación de estatuillas, ha sido bastante anodino. Ante las expectativas de algunas de las cintas que seguramente aspiraban a muchos premios y galardones, éstas no han salido bien paradas. Me refiero a que las dos grandes superproducciones “Dune” y “West side story” que lógicamente amparaban muchas apuestas, han pasado casi desapercibidas a la hora de los premios importantes. La primera ha ganado varios Oscars pero todos de segunda importancia.
La cinta favorita, “El poder del perro”, ha sido premiada solamente como la mejor película dirigida. La dirigió Jane Campion. La interpretación que hace en ella Benedict Cumberbacht me parece soberbia, digna de premio; pero ha sido Will Smith (el del guantazo) quien se ha llevado el palmaré por la película que aún no he visto “King Richard”. Pero hay otro Oscar muy acertado: a la mejor película extranjera, “Drive my car” una cinta japonesa algo difícil y larga pero magistral. Asusta su gran perfección.
Y por último, el Oscar a la mejor película se concedió a “CODA” (acrónimo en inglés que significa algo así como “Hijo de padres sordos”) que cuenta una historia de superación, bondad humana y valores familiares que recuerda a la película francesa “La familia Belier”. Es una película “bonita” y agradable, correctamente realizada y con entrañables mensajes: tal como le gusta a Hollywood.
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