miércoles, 18 de mayo de 2022

DE REPARTIR HOSTIAS... A CONSAGRARLAS: EL PADRE STU

 


Me temía lo peor cuando entré en sala del cine a ver la película “El milagro del padre Stu” de Rasalind Ross. ¿Iba a ser una de esas películas de índole religiosa llenas de buenas intenciones y con muchas ganas de sermonear? Así se hacen muchas de ellas en Italia, muy catequéticas, en América con mucha dialéctica apologista y también en España con melifluos argumentos hagiográficos de fundadores de órdenes religiosas…


Pero no, “El milagro del padre Stu” es una película que casi casi te sorprende, porque ni es lo suficientemente religiosa ni es lo suficientemente pagana. Cuenta la vida de un cura boxeador que parece ser es muy popular en América. Y en el fondo la gracia de toda la película es la intervención de Mark Walberg, un actor gamberro y peleón, que sabe ponerse serio cuándo es necesario. Le acompaña otro actor también bastante pendenciero y juerguista que es Mel Gibson

 (ambos son dos actores que no ocultan su condición de católicos en el mundo hostil del cine norteamericano). 

 

El padre Stuart Long, tan popular en Estados Unidos, fue primero, boxeador que tuvo que retirarse por una lesión, después le dio por ser actor (bastante mediocre) en Hollywood y después fue carnicero en unos supermercados. Luego un accidente de moto le hizo (como a Lutero un rayo) reconsiderar su vida, se convirtió y y se metió a cura. Esto se cuenta entre lágrimas y risas en esta película donde también Mel Gibson, en el papel de padre alcohólico que no se lleva bien con su hijo, hace una estupenda interpretación.

 

Me gustas estas películas que tienen planteamiento religioso y que al mismo tiempo no se lo toman demasiado en serio. Es comedia y melodrama a la vez.

 

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