viernes, 1 de noviembre de 2013

Cementerios



 Hoy el cementerio de El Cabanya parecía una romería. Estaba de bote en bote, de gente que iba a visitar las tumbas de sus seres queridos. Llevaban muchos flores. (Las tiendecitas de los chinos las ofertaban de plástico, y floristerías "piratas" en las esquinas de las calles, ofrecían también flores naturales) y la gente se saludaba con gran alegría . En cierta manera, todos nos sentíamos muy unidos: por el recuerdo de nuestros familiares fallecidos pero también porque en el fondo nos lagramos de la vida y la celebramos la vida, esa vida que nosotros disfrutamos en esta mañana soleada de noviembre.

Apiñados en un rincón del cementerio, junto a la puerta de la capilla, hemos celebrado la Eucaristía por todos los difuntos que están enterrados  en el cementerio del Cabañal y también por los que, sin estarlo, eran cercanos a nosotros. Se notaba que era una celebración además de emotiva, muy participada. Y es que nada hay como la esperanza de la resurrección para llenarnos el corazón de gozo y de alegría, pese a las naturales lágrimas del luto.

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