viernes, 28 de mayo de 2021

CURAS


 Esta mañana en la catedral de Valencia este grupo de curas que aquí veis embozados, ha celebrado el 50 aniversario de su ordenación de sacerdotal. Moderada alegría, parco jubilo, dadas las constreñidas circunstancias de las precauciones de la maldita pandemia. Es la promoción del 71. Entre ellos estoy yo. Tenía entonces 26 años cuando me hice cura, después de una larga, muy larga preparación.

Desde el primer nombramiento, cura rural, hasta hoy quise comerme el mundo e intentar ser un buen sacerdote. Pasé por todo: en la serranía, luego en la ciudad como como coadjutor, después párroco de un barrio de la periferia, largos años de profesor de religión, cura de parroquia con muchas cofradías, y ahora más tranquilamente, cura de capital.


No me gusta decir que celebro “las bodas de oro” porque yo no estoy casado ni con la iglesia ni con Jesucristo. Abomino de ese tipo de lenguaje, de esas analogías religiosas. Sí que vivo bajo el techo de la Iglesia, mi comunidad grande de fe a la que amo, pese a sus defectos y llevo 50 años de enorme amistad con un tal Jesús de Nazaret, el Cristo.



A lo largo de muchos años, doy gracias a Dios, porque he podido ayudar a muchas personas a encontrarse con él. También me he equivocado pero a pesar de todo, siempre, siempre, he sentido la mano de Jesús de Nazaret, mi hermano mayor, posada en mi hombro. Por todo le doy gracias. Sigo también con la misma ilusión del principio aunque lógicamente tamizada. Y vuelvo a suscribir lo que escribí al pie de este blog, cuando lo creé hace ya más de 12 años.

Yo bautizo a niños, caso a jóvenes, digo misa, aliento a los que sienten que la salud se les va, rezo por los que mueren, perdono pecados en nombre de Jesús, hablo de su Evangelio y de su Padre Dios a la gente y siento a Jesús a mi lado en la intimidad de la oración y en la barahúnda de la vida. ¡Tengo el oficio más bonito del mundo! Aunque a veces me siento solo, sé que es más una sensación que una realidad. Mis refugios: mi fe en Jesús de Nazaret, hombre libre y resucitado, la posibilidad de compartir lo poco o mucho que soy o tengo, y el regalo de captar toda la belleza de este mundo. ¡Estoy en el umbral de la Zona, en la antesala de Dios!

 

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