jueves, 13 de mayo de 2021

EL VIEJO ROBLE

 


A mis amigos Jesús. e Isabel en su XXVI aniversario:  Que su amor siga tan firme como este roble.

El viejo roble


Este árbol me mira. 

Es un viejo roble

que este otoño pasado 

en la lejana serranía 

salió a mi encuentro.


Este árbol me espera.

El noble y viejo roble

parece herido de muerte

pero su fortaleza lo reconstruye.

Lleva el tronco abierto en su corteza

como si fuera una herida sin cerrar,

una cicatriz abierta

que parece desnudar su corazón.


En su meollo, líneas dispersas, 

seguramente trazos de sus venas

por donde subía la savia,

dibujan el enigma de unos bellos ojos 

y los sesgados pómulos de una mujer.

Este roble me mira y me pregunta. 

Lleva allí siglos atado a la misma tierra

contemplando el mismo cielo.


Está afirmando su empeño de estar en pie, 

en su misión de vigilar la tierra del bosque. 

Es memoria del tiempo que se fue, 

afirmación del presente y de lo eterno. 

Sus hojas y frutos han caído a su debido tiempo. 

Es lecho y cobijo, alimento y sombra, 

para pájaros, animales y alimañas.


Este árbol me mira: me inquiere,

me interroga sobre si 

yo también ando herido, 

si mis cicatrices no ahogan mi vida, 

si no florezco o fructifico en vano.


Cuando esto ocurra,

en el próximo encuentro, 

yo seré entonces quien al árbol mire 


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