Buscaba Santa Elena, la madre del emperador Constantino, allá por el siglo IV, la cruz donde Jesucristo fue crucificado. Y la encontró (milagrosamente) y hoy es el día en que se celebra tal hallazgo. Aunque el concilio Vaticano II movió la fiesta al 14 de septiembre, la tradición hace que en este día del 3 de mayo se celebre lo que popularmente se llama las Cruces de Mayo. Es toda una fiesta (en Andalucía en algunos pueblos es un día muy señalado, y una alarde de flores y adornos construyen una cruz delante de la cual se ejecutan bailes por sevillanas). Aquí, en Valencia, la fiesta es más discreta pero no deja de ser entrañable.
Es bonito y muy teológico el sentido de esta celebración: la cruz que es un instrumento siniestro de tortura y muerte, convertido en un esperanzado y primaveral signo de alegría, de vida, de resurrección.
En la foto, la cruz que se ha montado en la parroquia de San Agustín de Valencia.
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