sábado, 20 de noviembre de 2021

CUATRO DÍAS EN BENASQUE

 


Cuatro días en el valle de Benasque.

 

Cuatro días en el valle de Benasque han sido las pequeñas vacaciones de este pasado fin de semana y que me he tomado desde que acabé las últimas, allá a mediados de agosto. Mi trabajo se suele centrar precisamente en los fines de semana, lo cual a mí  me causa la fatiga de sentir las semanas sin cortes. Eso provoca que necesite de vez en cuando, romper la rutina y descansar y relajarme, al menos, como yo digo, “viendo un pino”.

 

Muchos vi, porque el valle estaba todavía prácticamente en su esplendor y siendo temporada baja, los montes y los pueblos casi parecían un desierto de gente. ¡Cómo he disfrutado! Este valle que es muy grande, lo tengo recorrido muchísimas veces y siempre sorprende su salvaje e inmensa belleza. Tiene tres tramos que se corresponden a tres climas diferentes:el más alto que se alza franquado por los mas de 3000 metros del Aneto, la Maladeta y el pico Posets. Allí ya se estaba aposentando el invierno: ¡que gran nevada nos cayó! El paisaje nevado y cubierto por brumas parecían un decorado de una ópera de Wagner. Que soledad más grande comunicaban…

 

El tramo medio del valle de Benasque es más sereno y equilibrado: los montes no son tan escarpados y todavía los bosques de sus laderas tenían el color del oro viejo y desgastado de los robles y abedules. Allí se aposenta el pueblo de Benasque (¡y su hotel Ciria con los viejos amigos Estrella, Dionisio y José Mari y, y además con su magnífica cocina!). Mientras que en la cabecera del valle, nevaba con intensidad aquí disfrutábamos de un cielo infinitamente azul y de la caricia del sol en otoño

 

El último tramo, el más bajo, donde el río Ésera busca desesperada salida escapando por los congostos -así llaman allí los desfiladeros que excavan los ríos-, está Castejón de Sos, el último pueblo del valle que aquí parecía estar en la plenitud del otoño: tal era el color de los prados verdes, de los rojos cerezos, de los amarillos arces, del oro tembloroso de los abedules.

 

La montaña sigue siendo para mí el lugar donde me encuentro a mí mismo, donde encuentro la belleza, y donde también encuentro… a Dios.

 

3 comentarios:

  1. Me encanta que puedas encontrar unos días para descansar en tu amada naturaleza! Q bonito relato. Gracias!

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  2. Siempre fiel a los Pirineos, y a su hermoso valle de Benasque, que disftute y encima encontrandose con Dios.

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  3. Pues continuando por Castejón cruzando la montaña por Castanesa hacia el este se llega a Montanuy i bajando al Valle de Barrabes a mi sueño de todos los años desde hace 43. Vilaller. Entiendo cómo te sientes allí. Un abrazo

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