jueves, 30 de diciembre de 2010

Errante soy y peregrino (y 7: final).


Está claro que un viaje pervive en la memoria mucho más que el tiempo que en él has empleado. Del que hice en octubre a Jordania y Palestina, constantemente recuerdo muchas cosas. Ahora quiero dar mi última entrega, recordando cosas insólitas a través de algunas fotografías instantáneas. Oficios de la gente sencilla, mendigos que recuerdan a la biblia, vidas tan parecidas a las nuestras y a la vez tan lejanas, rostros llenos de historias…
El vendedor de especias

Los bravos  habitantes del desierto, convertidos en mercachifles para turistas

                                                   La vergüenza del muro de Jerusalen

...que separa a pobres de ricos

La niña en Petra, una nueva "vendedora de cerillas" de Andersen

Los franciscanos, héroes anónimos de la Paz en Palestina. Observense las manos del fraile y el jeque armado.

                                     Una escena callejera cotidiana en el centro moderno de Jesusalen

En el muro de la Lamentaciones. Todos dicen: I love you, Yahvé

Un atardecer desde el Monte Tabor


...Y sobre todo el recuerdo de la pobreza, de la marginación, de la desesperanza,  de la necesidad en la que vive tanta gente. Ir a Palestina es tomar partido.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Ya ha pasado la Navidad.

Algunos lo dicen con pena, otros con alborozo. Depende, claro, de cómo les ha ido (y de cómo les va). La Navidad es un estado de ánimo. Para mí es algo muy especial (entrañable, luminoso, gozoso –que no alegre). Sin embargo los alrededores de la navidad me dan mucha melancolía: no entiendo el alboroto, los tumultos, la ansiedad de las compras, la hartura de las comidas.
Ahora vienen los dís de Nochevieja y Año Nuevo: de eso sí que paso. Intentaré  transitar por esos días sin ruido, como de puntillas…
Y por último Reyes. Retorna otra vez una celebración desde el punto religioso, entrañable, ingenua, hasta naïf… Pero son demasiados días de jolgorios y eso que ya no tengo estímulo de no tener que ir al Instituto. De todos modos, este año mi día de Navidad fue algo muy especial (y hubiera sido algo muy triste si no fuera porque uno ya se anda acostumbrado). Como me tocaba servir por la mañana el tanatorio, ¡me tocó presidir cuatro entierros! Naturalmente, ese día no se puede celebrar misa exequial, por lo que celebré  la Misa del día de Navidad. Algo paradójico, melancólico, pero me fue fácil consolar a los familiares en duelo hablándoles de que el nacimiento de Jesús era el arranque de nuestro nacimiento para el cielo.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Un libro de mucho interés


Benedicto XVI es el primer Papa que se somete a una enrevista.
Acabo de adquirir el libro-entrevista del Papa Benedicto XVI. La primera sorpresa y no muy agradable es el precio de tal libro. 14.90 euros, para un libro que tiene 227 páginas y que más parece un librito. Item , siendo como seguramente, su tirada va ser enorme y cuya publicidad formidable ya se ha realizado sin ningún gasto de promoción. Item más, editándolo una editorial de prestigio y siempre poderosa (y alemana por más señas)  la Herder. No entiendo por qué siendo un libro de esta índole, el precio no va a la par de su facilidad de acceso.
Sin embargo, lo poco que he leído (lo he ojeado durante el regreso a casa en autobús) me ha sorprendido por la franqueza con que el Papa responde a las preguntas del periodista. A Benedicto XVI  no se le nota ni resabiado ni en guardia ante preguntas a veces demasiado directas. Y dice cosas que te llaman la atención, como que el papado para él es un camino de martirio ( en verdad sí que está sufriendo lo suyo) pero también es un motivo de disfrute (¿será la pompa con la que gusta rodearse?
Bien, pese a que me parezca caro, creo que lo disfrutaré leyéndolo estos días.

¡Feliz Navidad!

A todos mis amigos que me siguen en mi blog.
A los que no os conozco y entráis en él.
 Os deseo que todos estéis con esperanza en el umbral de la zona que Jesús inició con su nacimiento, y que es el arranque de nuestra dicha y felicidad.

"Dios está con nosotros. 
Esto es lo que celebramos los cristianos en las fiestas de Navidad: creyentes, menos creyentes, malos creyentes y casi increyentes. 
Esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas."

jueves, 23 de diciembre de 2010

El ojo del icono

No sé si hace falta ser ruso, o pertenecer a la religión ortodoxa o al menos ser un experto en arte para captar totalmente su belleza, pero la visión de los iconos religiosos rusos a mí siempre me arrebata. He estado esta tarde contemplando la exposición “La Santa Rusia” de iconos antiguos procedentes del Museo Rubliev de Moscú, que ofrece la Obra Social Bancaixa en su edificio de la Glorieta de Valencia.
Una maravilla, aunque a mi algunos  aspectos se me escapen. Para la mentalidad ortodoxa el icono permite la contemplación casi  directa de la divinidad. Los artistas que pintaban los iconos –el gran Andrei Rubliev por ejemplo- hacían voto de silencio, se retiraban del mundo durante un buen tiempo, oraban con insistencia, ayunaban antes de  comenzar a pintar un icono pues tenía que dejar que la mano de Dios guiara sus pinceles.
A mí me impresiona mucho sus hieratismo, la simetria de los rasgos del rostro, la delicada policromía de los vestidos, la rara geología de sus paisajes, las descoyuntadas poses de sus figuras, el gesto tierno y mimoso  del niño Jesús con el rostro de la Virgen Madre: me parece que desde sus ojos almendrados que me llaman al recogimiento, a la inflexión de la mirada dirigida hacia el interior, a degustar la eternidad. Los ortodoxos veneran los iconos como revelaciones de la divinidad, como si fueran otro modo de hablar Dios. ”En las santas imágenes vemos como un reflejo de la corte celestial y damos gritos de júbilo”
La muestra de iconos “La Santa Rusia” va a estar expuesta hasta el 9 de enero. Aunque no la entendáis del todo, yo os la recomiendo muy vivamente. A lo mejor os sentís transportados como me ha ocurrido a mí.

martes, 21 de diciembre de 2010

Elogio de la lectura


El elogio de los libros y de su lectura: eso es lo que más me ha emocionado del discurso del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Por cierto que no he visto documento más escurridizo que éste. Parecía jugar al escondite conmigo. Comencé leerlo el mismo día que “El País” lo publicaba. Pero tuve que abandonar su lectura por no sé qué motivo. Se me traspapeló y buscándolo no lo encontraba. Apareció y me lo llevé para leerlo en cuanto pudiera. Volvió a perderse. Anoche lo encontré y antes  de dormir lo leí íntegro para que ya no pudiera huir de mí. Bien: valió la pena, es un discurso bellísimo. Un elogio de los libros, de la literatura, de la lectura, de la vida, del compromiso del intelectual con la sociedad.

Como él yo me identificaba como el niño y el joven que a través de la lectura me catapultaba hacia los sueños. Sin duda yo soy como soy en gran parte porque los libros que he leído me han moldeado. Sí los autores que han escrito los libros que he leído también escribieron en mi corazón, en mi alma.
La lectura –dice Vargas Llosa en su discurso- convertía la vida en sueño y ponía al alcance del hombrecito que era yo el universo de la literatura. (…) Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría”
Yo recuerdo que mi primer libro “largo” y que leí cuando tenía muy pocos años, fue “La mano izquierda de Dios”. Después en mi pubertad y adolescencia me entusiasmaba con “La isla del tesoro”, o “La isla misteriosa” y otras novelas de Verne. Devoraba libros. En el seminario yo no estudiaba, solo leía. A los dieciséis años ya me había leído (la mitad de las cosas que escribía Dostiyevsky se me escapaban) “Crimen y castigo” y “Los Hermanos Karamazov”. Después he leído tanto y tanto… Una de las lecturas que más me han impresionado fue “La montaña mágica” de Thomas Mann. Luego vino mi afición al cine, que mermó en algo mi tiempo para la lectura. Pero sigo leyendo y entusiasmándome con los libros. Ellos han sido siempre mi mejor compañía, mi más fuerte defensa, mi más seguro refugio. Yo diría como Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído"