martes, 21 de diciembre de 2010

Elogio de la lectura


El elogio de los libros y de su lectura: eso es lo que más me ha emocionado del discurso del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Por cierto que no he visto documento más escurridizo que éste. Parecía jugar al escondite conmigo. Comencé leerlo el mismo día que “El País” lo publicaba. Pero tuve que abandonar su lectura por no sé qué motivo. Se me traspapeló y buscándolo no lo encontraba. Apareció y me lo llevé para leerlo en cuanto pudiera. Volvió a perderse. Anoche lo encontré y antes  de dormir lo leí íntegro para que ya no pudiera huir de mí. Bien: valió la pena, es un discurso bellísimo. Un elogio de los libros, de la literatura, de la lectura, de la vida, del compromiso del intelectual con la sociedad.

Como él yo me identificaba como el niño y el joven que a través de la lectura me catapultaba hacia los sueños. Sin duda yo soy como soy en gran parte porque los libros que he leído me han moldeado. Sí los autores que han escrito los libros que he leído también escribieron en mi corazón, en mi alma.
La lectura –dice Vargas Llosa en su discurso- convertía la vida en sueño y ponía al alcance del hombrecito que era yo el universo de la literatura. (…) Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría”
Yo recuerdo que mi primer libro “largo” y que leí cuando tenía muy pocos años, fue “La mano izquierda de Dios”. Después en mi pubertad y adolescencia me entusiasmaba con “La isla del tesoro”, o “La isla misteriosa” y otras novelas de Verne. Devoraba libros. En el seminario yo no estudiaba, solo leía. A los dieciséis años ya me había leído (la mitad de las cosas que escribía Dostiyevsky se me escapaban) “Crimen y castigo” y “Los Hermanos Karamazov”. Después he leído tanto y tanto… Una de las lecturas que más me han impresionado fue “La montaña mágica” de Thomas Mann. Luego vino mi afición al cine, que mermó en algo mi tiempo para la lectura. Pero sigo leyendo y entusiasmándome con los libros. Ellos han sido siempre mi mejor compañía, mi más fuerte defensa, mi más seguro refugio. Yo diría como Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído"


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