jueves, 24 de noviembre de 2011

¡Qué felicidad es ser cura!


Vaya, parece ser que en la tele han dicho que los sacerdotes somos los hombres más felices del mundo. Eso nos faltaba, que encima nos envidien. No sé si eso es verdad o la gente se lo cree, pero según eso, los seminarios tendrían que estar a rebosar y los curas todos cantando “Gloria, gloria, aleluya…!”
Yo he de decir que como sacerdote me siento muy feliz. Miro hacia atrás (¡qué lejos, julio de 1971, cuando fui ordenado!) y contemplo todo el bien que he hecho… y le doy gracias al Señor porque es Él el que me ha inspirado.
Aun cuando tenga desmayos en mi fervor pastoral, perezas inesperadas, errores y fallos, contradicciones y dificultades, después de mis cuarenta años de cura, estoy contento y orgulloso de mi trayectoria, porque sé que a lo largo de todo este camino Él, Jesús de Nazaret, el Cristo, me ha acompañado.

Sobre esto de la encuesta sobre los hombres más felices del mundo pinchad aquí Los felices sacerdotes y veréis.

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